jueves, 30 de diciembre de 2010

Discurso del Presidente (lo que tendría que haber sido)

"Estimados españoles,

este año ha sido una auténtica basura para todos: para vosotros, que habéis sufrido recortes y precarias condiciones laborales (si es que todavía teníais trabajo); para nosotros, que hemos discutido largo y tendido sin lograr ponernos de acuerdo en cuestiones de gran importancia para nuestro pueblo. Pero sobre todo, este es un año difícil para nuestros hijos, cuyas sonrisas brillarán más débiles esta Navidad.

Esta crisis, la Gran Crisis, debemos solucionarla entre todos. Pero entre todos, de verdad. No vale que vosotros sufráis, que vuestros hijos no tengan un jueguete en Navidad, mientras los ministros se pasean en sus coches de plata y comen langosta en los restaurantes más caros de Madrid.

Esta es la crisis de todos, y todos vamos a colaborar. Hemos subido los impuestos, pero también se van a hacer recortes en la alta cúpula. Si todo trabajador tiene vehículo propio, con el que va a trabajar, lo mismo será con los ministros y demás fauna política. Se les dotará (si es que no lo tienen ya) de un coche de alta gama, que es lo que les corresponde, pero se acabó eso de los coches oficiales. Y solamente se pagarán - con gran control - los kilómetros hechos como trabajo, no los viajes personales. Y como ejemplo de esto, yo mismo he retirado todo vehículo oficial para mi uso.

Además, los sueldos de los políticos se equipararán y se igualarán, de manera que se cobre en función del trabajo realizado. Las sesiones de debate serán obligatorias, puesto que para eso se nos paga, y la no asistencia supondrá el descuento del sueldo. Todo ese dinero ahorrado al Estado podrá dirigirse a subsanar los problemas de empleo y subvenciones para aquellos que lo necesiten.

Este año que entra, el 2011, será un año de acuerdos y discusiones conjuntas, porque no queremos un partido ganador, ¡queremos un País ganador! Y para ello deberemos juntar nuestras mentes pensantes y solucionar los problemas de la Sanidad, de Educación, de Economía, y dejar de dar dinero a tonterías en lugar de a cosas importantes.

Este año será aquel en el que todos trabajemos unidos para salir adelante. ¡Españoles, confiamos en vosotros! Ahora solo falta que nos déis, esta vez en serio, vuestra confianza. Buenas noches, y hasta el año que viene."

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Parece que fue ayer cuando celebraba las 200 entradas del blog, pero ha pasado ya bastante tiempo, y apenas si he escrito tres o cuatro más. Se dice pronto y bien.

Qué lástima. Al final todos los proyectos se convierten en palabras escritas en el agua, trazos que se desdibujan con la brisa invernal, susurros que se pierden porque no hay oídos que les presten atención. ¿Y qué?, me pregunto yo. ¿Es importante? ¿Le importa a alguien?

¿Escribimos para nosotros, o escribimos para que alguien lo lea? A veces, es necesario que algunas palabras se silencien para que otras puedan sobresalir y ser oídas. Sin embargo, ¿a dónde se van las palabras perdidas?

En algún lugar hay seguro un cementerio de palabras, todas mías, donde están guardadas las historias que nunca escribí. Tantas de fantasía, tantas de llorar, las menos de reír, llenas de cinismo, hipocresía, ilusión y pureza, pero todas acalladas por la necesidad.

Pero el día que me vengan todas de golpe, perderé el habla y tendré que esconderme para poder contarlas todas. Y que me socorran todos los dioses, que su ayuda necesitaré si lo tengo que escribir todo.

Intuyo que esto servirá de clausura del año, aunque nunca he sido capaz de encontrar una cerradura para decir: "bien, este año está cerrado". Lo único que veo son langostinos, uvas y voces, petardos y programas penosos que hacen a uno preguntarse si es que hay alguien trabajando la noche de fin de año (que sí, que haberlos, haylos, como las meigas; y un beso para todos, que lo necesitan), pero nunca un ojo esperando a ser tapado, ni engranajes engrasados para que no chirríen. Eso no. Así que no sé muy bien qué hay que decir.

Tal vez tendría que romper una botella, como los barcos; aunque igual el champán no sale muy bien de la pantalla. En fin, creo que me conformaré con empezar el proceso de mentalización para poner las fechas del nuevo año. Total, el 2010 ha pasado como un plumazo, y creo que siempre me confundía al escribirlo, así que será un buen salto.

2011, bienvenido seas :)

Deseos para el año nuevo:
- 2011, traeles una novia a mis amigos (una a cada uno, que si no se la tendrían que turnar, y la pobre no ganaría para viajes). Y, a poder ser, que sea friki.
- 2011, llévate, por lo menos, cinco kilos míos. Y, a poder ser también, no se los pongas al perro u.u
- 2011, haz que vayan bien todas las clases, que consiga solucionar mis horarios, y que lleguen pronto las prácticas. Que lo que menos hace falta es escuchar tonterías.
- 2011, cuídanos a todos, y danos fuerza, que nos va a hacer falta. Mucha falta. Y mucho cariño y amor, y toda la salud que puedas.

Y no te pido más, que luego me llaman avariciosa. El resto queda entre nosotros...

martes, 21 de diciembre de 2010

Sangre Fresca


¡Ojo! Este texto contiene SPOILERS. Si sigues la serie americana True Blood, la lectura del texto sea bajo tu responsabilidad :)

Cuando terminó, en septiembre de 2010, la tercera temporada de True Blood, lo que todos pensamos fue: ¡Quedáosla! ¡Quedáosla y no nos la devolv... "Jo, y ahora a esperar hasta junio...".

Pero ya ha pasado bastante tiempo, y entretanto nos hemos ido entreteniendo con Super Dexter. Sin embargo, es momento ya de empezar a pensar qué nos va a deparar la siguiente temporada.

Este es un momento de inflexión para las series que acostumbro a ver (Dexter, True Blood, Merlín, etc.), puesto que su trama ha llegado a un momento clímax, la trama general, quiero decir. Y cabe preguntarse si la próxima será ya la siguiente temporada.

Parece probable que la de Dexter lo sea (algunos de sus protagonistas terminan su contrato el año que viene, y de hecho se ha renovado solo por una temporada, cuando la costumbre es renovar por dos), aunque creo que todos esperamos que haya alguna más.

¿Y True Blood? ¿Hasta cuándo van a poder seguir explotando la temática fantástica sin hacerse aburridos? Creo que con esta serie en concreto preferiría que cortaran a tiempo, antes de convertirse en un segundo Crepúsculo atrapaquinceañeras, y de echar por tierra el trabajo de estos tres años.

Ya tengo ganas de que llegue el veintitantos de Junio, para ver a esas nuevas habitantes de Bontemps, el pueblo raro de América.

Y mientras tanto, veremos qué nos depara la Caja Tonta...



viernes, 3 de diciembre de 2010

Karma

A veces, las cosas tanto tiempo ha planeadas se tuercen por cuestiones que desconocemos, y tenemos que reconducir nuestro camino por otros derroteros. Y generalmente, son más feos, más incómodos, y más fríos.

Sin embargo, detrás de todo suceso aleatorio aparente hay
una decisión, aunque no la conozcamos. Y a veces, todas esas decisiones conspiran a nuestras espaldas para ayudarnos a tener una vida más fácil.

Y el día en que todas deciden aparecer ante ti, se convierte en un buen día.

Hoy es un muy buen grandioso día. :)


Gracias, Karma.

martes, 30 de noviembre de 2010

Pero qué moñas que soy ^^

Hay por ahí una teoría que mantiene, muy inteligentemente, que la estupidez de las mujeres crece exponencialmente en proporción directa con respecto a la cercanía a un animal. Y esto, además, se incrementa cuanto menor es el mencionado animalito.

A pesar de que hace mucho tiempo dije que no soy una mujer d
el todo, algo debo de compartir con ellas, puesto que yo también me vuelvo idiota cuando tengo cerca un animalito. Y he de añadir que mi madre sufre la misma enfermedad, que en mi casa se está convirtiendo en epidemia.

Pero claro...


La culpa de todo la tiene esta bestia salvaje (!!)




Apenas lleva aquí tres semanas
y ya se ha convertido en el centro de nuestras vidas,
de las de todos :D




Pero es que es indudablemente adorable ^^



¡Bienvenido a la Familia!


martes, 23 de noviembre de 2010

De amicitia

Hace ya bastante tiempo que quería escribir sobre esto, pero nunca encontraba el momento ni la ocasión adecuada. Había pensado ya varios comienzos épicos y altisonantes: "Este es un día especial. Ayer podría haber sido también especial. Mañana podría ser especial, pero lo es hoy. Y ahora estoy creando algo especial". Pero me repetía tanto que me daban arcadas de leerme.

Y luego recordaba que tenía que plantear diez preguntas sobre transmisión (textual, no sexual), y que la fecha límite, el 25 de noviembre, era tres días después. Yo y mis queridos amigos los plazos... Y después tenía que leer sobre un fallido intento de golpe de estado. Y sobre una condena a muerte. Y subir mi ELO, y mejorar mi manejo de la niña satánica y de Tibbers, y claro, al final terminaba olvidando las cosas importantes. Quiero decir, al final terminaba no hablando de las cosas importantes, dejándolas macerar en mi cabeza.

Pero a veces pasan cosas que nos hacen reflexionar. A veces, un número en un contador, un 0 en visitas, un teléfono apagado, dan pie a pensamientos profundos, a que se expongan cosas que existían ya, pero que permanecían ocultas. Tacebat, sed nunc patet...

Hace muchos, muchos años, unos señores muy ilustres y brillantes hablaron de lo mismo de lo que hoy intento balbucear yo. No pretendo, ni deseo, compararme con ellos, pues además de sus virtudes, tuvieron sus defectos. Y yo no puedo competir con ellos en sus lenguas madre. Sin embargo, sí puedo alabar lo que de sus palabras cumplen quienes me rodean.

A veces, el destino juega su particular partida de forma inescrutable, y nadie puede prever lo que ha de ser y será. Tan solo se nos permite sufrir sus consecuencias, y sonreírle mientras él mueve una pieza más. Sin embargo, a veces, un sendero de escarpadas piedras que llaga nuestra piel nos conduce a un edén inesperado.

Tengo que agradecer la parquedad de palabras, el desprecio a la plebe, el arte en esencia, el Imperio Que Será El Segundo Después Del Mío, el bah, y el Despellejamiento Gratuito.

A veces una imagen vale más que mil palabras. Pero a falta de imagen, voy a decir unas palabrejas.

Libélula. Conspiración. Fuego y Destrucción. Concilio. Tortilla. Desvarío multiconversacional.

Y con esto me despido, tan solo tengo que añadir:

¡Seguid la tradición! ¡Linchad al alcalde! ¡Y que muera esa niña cabrona!

Gracias por ser como sois y seguir donde estáis. No os mováis nunca. :)

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Inteligencia emocional

Dicen los que saben de estas cosas, esos que se dicen psicólogos, que la inteligencia emocional es el producto de la suma de la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal.

Según H. Gardner, todos los seres humanos tenemos, al menos, siete tipos diferentes de inteligencias. Y entre ellas están estas dos, que forman la inteligencia emocional. La intrapersonal es aquella inteligencia según la cual cada uno se conoce a sí mismo, es consciente de sus emociones, sus intensidades, sus limitaciones, sus excesos, sus gestos, etc.

La interpersonal es exactamente lo mismo, pero hacia el resto. Es decir, es la inteligencia que permite reconocer los gestos de los demás, sus emociones, lo que transmiten sus expresiones, la capacidad de empatizar, de tratar con ellos, etc.

El caso es que todo eso por separado y tal suena muy bien, suena muy factible, muy diferenciable y muy aplicable. Todos nos sentimos identificados y nos reímos cuando Sheldon no capta el sarcasmo, la ironía, o las múltiples sutilezas emocionales de sus compañeros. Sin embargo, cuando nos llega la ocasión de ponerlo en práctica, la ocasión de vivir de verdad, esto no es tan sencillo.

Todo este barullo venía a cuento de una breve clase sobre superdotación, en la que tratábamos las posibles disincronías que pueden darse en torno a ellos, entre, por ejemplo, padres e hijos, profesores y alumnos, o incluso alumnos y compañeros. Y estas cuestiones de superdotación me han llevado a pensar en otro personaje de ficción que posiblemente sea superdotado: Dexter.

En este personaje se unen una perfecta inteligencia intrapersonal, y una perfecta, y a la vez modelada, inteligencia interpersonal. No contaré aquí toda su historia personal, tan solo me limitaré a decir que su sensibilidad emocional es nula. Y por tanto, las relaciones humanas son su grandísimo punto débil. La suerte que él tuvo fue la presencia de un maestro en su vida que le guiara, que le enseñara qué significaba lo que la gente expresaba, qué era lo que la gente esperaba de él, cómo debía comportarse, etc. Y así, su inteligencia emocional quedaba equilibrada entre la intrapersonal y la interpersonal recreada.

Sin embargo, algo no me termina de encajar bien. Y me sigo preguntando. ¿Puede la ficción convertirse en realidad? ¿Puede uno engañarse, o autoeducarse, con algo hasta el punto de que se convierta en realidad?

Y lo más importante de todo, ¿es eso bueno?

martes, 26 de octubre de 2010

Un día en la selva

Hace mucho tiempo, en el reino de la selva, el perezoso Tub enseñaba a los pequeños leoncitos cómo ser reyes. La mayoría de los pequeños le observaban con somnolencia y aburrimiento, y aprovechaban cada mínima oportunidad para desviar su mirada hacia la exuberancia de la selva, donde aguardaban sus amigos los jaguares y tigres para jugar a la caza del mono.

Tub intentaba por todos los medios que los leoncitos comprendieran la importancia de su misión, que se dieran cuenta de que el futuro era cosa suya, pero a ellos les daba igua. Al fin y al cabo, de todos ellos solo algunos llegarían a formar parte de la elite, y únicamente uno sería Rey.

Sin embargo, algunos aún prestaban atención al monótono discurso del perezoso, albergando ciertas dudas de su valía.

Un buen día, una tarde en que la bruma tropical envolvía la clase de Tub, un leoncito de incipiente melena se desperezó y miró fijamente al perezoso Tub.

- Tub, perdona...

Los demás leoncitos, y el propio Tub, se despertaron casi de golpe, sorprendidos al escuchar una voz distinta de la habitual. Tub se sentía algo incómodo, no estaba acostumbrado a que alguien le impidiera seguir escuchando su voz. Aquello era algo nuevo, si bien es cierto que tendría que haber sido así desde el principio. Pero él había hecho todo... Un leve carraspeo lo sacó de sus cavilaciones, y con un cabeceo dio paso al pequeño león.

- Sí, Tub, yo quería preguntarte. Si tenemos que aprender a ser buenos leones para poder ser, tal vez, el Rey en un futuro, ¿por qué nos lo enseñas tú que no eres un león? ¿Por qué no vienen los leones de verdad, los antiguos reyes, a contarnos cómo se hace? Al fin y al cabo, los perezosos nunca reinan...

Los demás leoncitos contemplaron a aquel pequeño atrevido en silencio, y volvieron la mirada hacia Tub el perezoso. Su incomodidad iba en aumento, no había esperado aquella pregunta. ¿Y a él qué más le daba? A su manera, él también debía reinar, él era como uno de ellos, ¡él era casi un león! Ignorando la pequeña vocecilla de su conciencia, que le susurraba muy bajito que era injusto, que el pequeño tenía razón, Tub sonrió y sacudió el escaso vello de su cabeza.

- Eso, proyecto de león, no es problema mío. Y ahora, el Código de Intervención. No es fácil lidiar con los problemas derivados de ser Rey...

La voz del perezoso Tub volvió a oírse en la exuberante selva. Los pequeños caían lentamente, uno por uno, en su habitual somnolencia, y el leoncito atrevido se dejó resbalar hasta el suelo. Parecía que, por el momento, nadie le daría una respuesta.

sábado, 23 de octubre de 2010

Solitude

Soledad, que tanto te buscamos cuando estamos con gente, y tan poco cuando estamos solos.

Tengo la suerte (o la desgracia) de ser capaz de autoanalizarme con cierto éxito. Esto implica que suelo saber con bastante certeza el origen de las cosas que pasan por mi cabeza, pero también que, unido a mi maldita empatía, tiendo a conocer la opinión de la gente sobre mí.

Hablábamos hace poco de la eficacia de los sociogramas como instrumento educativo, advirtiéndonos el profesor con gran vehemencia de que los datos obtenidos deberían ser guardados como secreto profesional. Y a pesar de no haber prestado juramento hipocrático, creo que es algo fundamental. El hecho de que alguien posea tantos datos personales (porque de esos datos hablo) sobre un grupo de gente que tiene que convivir de manera habitual le otorga un gran poder. Y ya se dijo una vez que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Los adolescentes están en una etapa de su vida en que su mente es una tabula (quasi) rasa, y lo que un profesor pueda decirles tiene la habilidad de marcarlos muy profundamente, a veces tanto que no lo olvidarán jamás. Esto puede utilizarse para bien, por supuesto, pero también puede servir como medio de tortura, como medio de menoscabar a un individuo y socavar sus cimientos hasta que pierda la confianza en sí mismo.

Y a pesar de que sea una forma de educar, el reducir a alguien a cenizas para a partir de sus ruinas levantar un nuevo edificio puede resultar un tanto peligroso. A veces los desechos no se pueden reciclar.

Sin embargo, esto va dirigido y orientado a los sociogramas (o al conocimiento) elaborados sobre otros. Pero ¿qué pasa cuando es uno el que obtiene esa información sobre sí mismo y por sus propios medios? ¿Qué ocurre cuando uno descubre lo que otros piensan sobre él?

Es necesaria mucha fuerza de voluntad y mucho temple para soportar las opiniones, tanto positivas como negativas. Puede parecer agradable recibir críticas positivas, saber que los demás te aprecian por tus dones (boobs?). Pero esto puede llegar a plantear dudas sobre la imagen que tenías de ti mismo. ¿Eres tan bueno como piensas? ¿De verdad creen así? O ¿es que tal vez se están riendo de ti?

Y no son menos duras las críticas negativas. Puede que con el apoyo suficiente seas capaz de asumir lo que otros piensan de ti, incluso puede que te llegue a dar lo mismo si te quieren, te odian o te ignoran.

Pero si ese apoyo falla, si tu fuerza interior no es la que piensas, corres el riesgo de caer. Porque un edificio con cimientos flojos, que se construyeron deprisa y con material defectuoso solo por conseguir rápidamente una buena fachada, no soportará el peso que se le aplique en cada piso. Y cuantas más particiones internas tenga, más difícil se le hará sostenerse.

Y como ya he dicho antes, a veces los desechos no se pueden reciclar.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Karma, yo también te quiero.

11.56 de la mañana. Una hora intentando estudiar. No hay manera.

Tengo hambre y no me concentro. Mis defensas han caído. Voy a la cocina a por un pastelito.

Abro el armario y busco algo, pero no lo encuentro.

De repente, una pinza sale disparada hacia mí, me golpea y cae al suelo.

La miro. Miro al armario. Me río. Pero qué coj...

Cuando una pinza te ataca porque vas a coger un pastelito para ver si te concentras mejor estudiando, lo único que puedes hacer es ponerla en su sitio y volverte a la mesa. Quién sabe lo que te pasará si te lo comes...

Muchas veces, el Universo sabe lo que nos conviene mucho mejor que nosotros mismos.


sábado, 2 de octubre de 2010

La luz del sol incidía sobre el cristal del ventanuco abierto, lanzando tímidos reflejos al interior del carromato. Sin embargo, su fuerza era apenas suficiente para iluminar el suelo repleto de bultos y cajas.

Unas telas polvorientas cubrían lo que parecía ser una jaula, de donde de cuando en cuando surgía un ahogado gemido. A su lado, un baul semiabierto se apoyaba contra un perchero roto, sujetándose el uno en el otro para evitar caer en algún bache fuerte.

En el suelo, al pie del perchero, yacía una marioneta. Tenía el rostro apoyado contra la oscura madera de las patas del objeto, como si no tuviera fuerzas o ganas de sostenerlo erguido. Al ritmo del carromato, su cabeza se balanceaba arriba y abajo, y con cada arriba, sus ojos brillaban bajo la tenue luz del reflejo de la ventana.

Estaba triste, la noche anterior había sido su primera vez. Ya no conseguía siquiera recordar el placer de los momentos previos. Habían sacado los mejores trajes, habían cubierto su cuerpecillo de madera con un vestido de lentejuelas rojas, y metido sus pies en unos zapatos bordados a juego. Habían maquillado su rostro, y dispuesto sus brazos y piernas al final de unos finos hilos de seda.

Había podido oír la música desde detrás del telón, oír los murmullos de los niños, esperando a que saliera. Y pudo ver sus caritas expectantes, deseando tan solo poder ver el espectáculo una vez más.

Y después, el vacío. El nudo en el estómago. El sudor seco. El frío. El silencio.

Y al final, cuando la depositaron con cuidado, pero también con un poco de rabia, a los pies del perchero, la absoluta certeza de que su brillante carrera había tocado a su fin.

Una marioneta no puede vivir con miedo escénico.

FIN

martes, 28 de septiembre de 2010

Ay, mi madre...

Cuentan los que muchos años tienen, aquellos que vivieron otra época, que años atrás, aquellos que educadores debían ser, nada hacían para lograrlo. Es cierto, creedme. Tal vez eso hoy fuera imposible, en este mundo que nos ha tocado vivir, pero allá en aquellos tiempos era todo diferente. Y nadie murió por no hacer nada.

Pero todo eso ha cambiado. Y a nosotros nos toca vivir estos aciag
os tiempos en que se desdibujan las fronteras entre la b y la v, cuando parece haber llegado el terrible momento en que la h solo sirve para adornar palabras que la repudian.

Por eso debemos erigirnos en adalides de causas perdidas, y atacar a esas faltas de hoRtojrafIiA con todas nuestras armas. Y por eso, precisamente, estoy ahora metida en este brete, supuestamente convirtiéndome en una profesora del mañana.

Eso sí, pagando que parece que me van a hacer una estatua cuando termine...

Así aprenderemos lo malo maloso que es defraudar al sistema educativo. Es lo mismo que defraudar a hacienda o al pueblo, pero peor, porque luego lo negamos. Que vengan ahora a decir algo del caso ese Himalaya o no sé qué, que yo defraudo puntos a la UVa. Y para todo lo demás,



miércoles, 22 de septiembre de 2010

Der Frühling blutet in Paris

A veces, el manantial en la montaña se seca, y los riachuelos ya no bañan las riberas del mar.

A veces, el invierno se hace demasiado largo, y la primavera a su llegada no ve más que arena, polvo y sal.


A veces, cuando uno escucha demasiado a esa pequeña vocecita que nos susurra en las oscuras horas nocturnas, las palabras se hacen grandes como gigantes, los sueños se tornan en terroríficas pesadillas, y las mentiras se hacen verdad.

Las hojas ya no crecen en los árboles.

Los niños no sonríen como antes.

Las silenciosas teclas lloran.



Pero bajo el agua, sumergidas, ¿quién lo notará?

lunes, 13 de septiembre de 2010

Una persona normal

¿Por qué no puedo ser una persona normal?

¿Por qué no puedo ser de esas personas que disfrutan emborrachándose cuando salen?

¿Por qué no puedo ser una de esas que tardan cuarenta y cinco minutos en pintarse?

¿Por qué no puedo ser de esas que lloran por cualquier tontería, y llaman a sus amigas para contárselo?

¿Por qué no puedo ser de esas que van a Bershka y a Estrafalarius cuando están deprimidas y arrasan con media tienda?

¿Por qué no puedo ser de esas que con seis asignaturas al año están contentas?

¿Por qué no puedo ser de esas que en septiembre solo quieren que el verano se alargue más y que el curso no empiece nunca?

¿Por qué no puedo ser de esas que no piensan jamás en el futuro?

¿Por qué no puedo ser de esas personas que nunca piensan?


En fin. Supongo que así no tendría tanta gracia.

viernes, 3 de septiembre de 2010

2

Las ramas crujían bajo sus pies mientras avanzaba hacia el este. La campanilla ya no sonaba, pero podía oír, cada vez más cerca, el sonido del metal contra el metal, y de vez en cuando ver un leve resplandor entre los árboles.

Se detuvo unos segundos, inspirando profundamente. Podía identificar, al menos, seis flores distintas a su alrededor, y su aroma flotaba en el aire primaveral. Podría haber sido un día perfecto, podría haber sido un día diferente, podría... Daba igual, ya daba lo mismo.

Parpadeó una sola vez y siguió avanzando. Sus piernas comenzaron a apresurarse, como si su mente adelantase lo que debía esperar. Salió de la espesura con sus espadas en alto, y se lanzó contra el grupo que batallaba. Entonces lo vio.

El último disparo de un mago antes de morir dio de lleno en su coraza, haciendo que cayera al suelo de rodillas, y ya no se pudo levantar. Ella corrió sin mirar atrás, tratando solo de proteger su retirada. Faltaban un par de metros y saltó, elevándose por encima del cuerpo, que yacía sobre un costado, inconsciente, y cayendo en medio de los enemigos.

Sus dos espadas comenzaron una danza infernal, parando una estocada aquí, rebanando un cuello allá, sin cesar, eliminando sistemáticamente a todo el que se alzara ante ella.

Cuando el flujo de enemigos pareció ralentizarse, arriesgó una mirada atrás, a tiempo de ver a un compañero que llegaba.

"Sácalo de aquí. Ahora".

El otro pareció dudar, pero una mirada amenazadora le hizo decidirse rápido. Apoyó el brazo del caído sobre sus hombros, y lo despertó ligeramente. "Vamos, colabora. Volvemos". Él se giró, desorientado, y la vio.

Sus miradas se cruzaron, apenas un segundo, antes de que ella volviera a la batalla, dándoles la espalda. Entonces, se resignó y comenzó a avanzar. Solo esperaba que ella tuviera tiempo de volver también antes de que regresaran los enemigos. Vendrían más y más fuertes, y ella no podría aguantar. Tendría..., tendría que..., tendría que resistir...

jueves, 2 de septiembre de 2010

1

En ese instante se detuvo. Levantó la mirada e inspiró profundamente, tratando de que el fragor de la batalla se alejara de ella, tratando de no oír más gritos, más rasguños de metal, más sangre goteando en el suelo. Y por un momento parecía que todo se calmaba a su alrededor, aunque no fue más que una ilusión pasajera.

Frente a ella, desde las sombras, una nueva patrulla avanzaba hacia sus compañeros. Estiró brevemente los dedos y agarró su arma. Tragó saliva y afianzó los pies en el suelo, lleno ahora de barro y sangre. Dejaría que vinieran, estaba demasiado cansada para perseguirlos más. Y entonces lo oyó.

Apenas perceptible, contra el viento, una débil campanilla sonaba en la distancia, clamando por una ayuda que parecía no llegar. Indecisa, miró al frente. Eran diez, o una docena, no estaba segura. Y junto a ella no quedaban más que seis, y no en muy buenas condiciones. Y la llamada seguía sonando...

Frunciendo el ceño, tomó una decisión, que se tornaría en la más importante de la batalla. Miró a su espalda, para asegurarse de que sus refuerzos estaban cerca, y corrió hacia la espesura, a su derecha, lejos de la sangre, lejos de aquella batalla, buscando entre las sombras del bosque la apremiante llamada de socorro de aquella campanilla aliada...

lunes, 30 de agosto de 2010

The House of the Rising Sun

El sol se colaba por entre las hojas del árbol del jardín, haciendo que cerrase sus ojos cada poco tiempo, en un vano intento de huir del astro rey. El calor del sur era distinto del que ella conocía. Se había criado en una zona seca, donde el verano quemaba los rastrojos y dejaba el campo seco y dorado como un campo de hierba de oro.

Sin embargo allí era distinto. Los árboles seguían verdes, el césped del jardín estaba húmedo por las mañanas, y en la sombra no corría la refrescante brisa del mar. Por eso dormitaba en la hamaca bajo el árbol del jardín, estirando el cuello para alcanzar la corriente del ventilador del porche y cerrando los ojos cada vez que una hoja dejaba pasar un rayo de sol
.

El vestido de flores había resbalado hasta dejar al descubierto el moreno de sus largas piernas, pero no se había molestado en taparse. Los hombres de su abuelo estaban acostumbrados a ver a las esclavas, no se asustarían por la piel desnuda de la hija del amo, y sus pensamientos no serían muy distintos de los de los jóvenes del establo.

Se había acostumbrado a escucharlos de vez en cuando m
urmurar cuando pasaba, y había obligado a su rabia a ocultarse en un oscuro trocito de su ser, dejando pasar cada palabra, cada mirada, cada suspiro, ignorando a quienes nada sabían de ella.

Al fin y al cabo, ella podía elegir. Ella DEBÍA elegir. Había sido educada y criada para ello. Sabía a lo que se enfrentaría, y no tenía miedo, ya no.

Cerró los ojos una vez más y estiró su esbelto cuello. El ruido del ventilador se balanceaba al igual que su brisa. Inspiró profundamente y sonrió al reconocer el olor de las buganvillas. Buganvillas. Al menos la casa incluía flores bonitas. Estiró los brazos por encima de su cabeza y se apoyó en las palmas de sus manos. Al paso que iban las cosas, el día menos pensado se encontraría agradeciendo el cambio...

miércoles, 25 de agosto de 2010

Mad World

Hace un par de días tuvo un sueño. Pero no un sueño normal, sino uno de esos tan reales que, al despertar, dudas de su existencia. Demasiado real, habría llegado a decir, si alguien le hubiera preguntado.

El murmullo del mar había estremecido sus oídos hasta el punto de erizar su piel, y en ese mágico momento de la noche en que no sabes si duermes, o si es acaso todo real, sus ojos cerrados le permitían ver.

La calidez del abrazo, sin embargo, era real. No podía dudarlo, aunque en el fondo de su mente supiera que era todo un sueño. La amargura de esa certeza, sin embargo, no impidió que se acurrucara y disfrutara de lo que en vida le era negado, mientras el sol surgiera en oriente y se ocultara tras la costa occidental, mientras la luna conociera solamente el manto de la noche y el brillo de miles de estrellas. Mientras todo, ¡óyeme!, todo siguiera como estaba.

Y al despertar, en la soledad de un nuevo día, contempló la ropa de cama revuelta y sonrió. El mar podía quedar muy lejos, pero en sus sueños era todo posible...

domingo, 22 de agosto de 2010


Lo peligroso de manipular los sueños es correr el riesgo de que se hagan realidad.


Aún se veían en la roca las huellas de sus pies mojados cuando él llegó. El claro estaba en silencio, pero notaba su presencia. Aquel aroma inconfundible lograba aún despertar sus más profundos y ocultos sentimientos.

Aunque jamás pudiera reconocérselo, en sus ojos podría leer la verdad de aquella historia. Parpadeó cuando el viento agitó las copas de los árboles, permitiendo que un rayo de sol se colara hasta su rostro. La suave brisa le rodeó, acariciando su mejilla con un tenue roce, y supo que se había ido.

Sonrió con tristeza y dio media vuelta hacia la espesura. La sombra ocultó sus pasos, el sol secó las huellas en la roca. Y el viento llevaba en sí el débil murmullo del agua, el único lamento por aquellas historias no contadas.

viernes, 20 de agosto de 2010

Reflexiones desde un avión por encima del mar...

Toda vuelta de un viaje que haya merecido la pena supone, al menos, una lágrima de despedida.

Una lágrima por todo lo que ya no va a volver.

Una lágrima por todo lo que ya no se va a repetir.

Una lágrima porque las cosas nunca se quedan iguales, porque todo cambia, aunque no nos demos cuenta.

Una lágrima porque una parte de nosotros no se quiere marchar, mientras que la otra sabe que ya es hora de alejarse.

Los viajes, además, son todos muy distintos entre sí. Unos son de familia, otros de placer, algunos son de pareja, otros por obligación, sea por trabajo o por estudios, y hay también algunos que son viajes de amigos.

Y no sé los demás, ni sé tampoco si importa; solo sé que a mí me sucede algo extraño en este caso, en este último tipo de viajes. Es como si de pronto se creara una burbuja en el tiempo, que nos absorbiera y nos separase de todo cuanto hemos conocido.

Dentro de ella nada es igual, aunque fuera el tiempo corre irremediablemente. Asemeja un oculto paraíso que solo algunos elegidos tienen la suerte de disfrutar, un elíseo cuyo posterior recuerdo ayudará a sobrellevar mejor los momentos difíciles, aunque tras su experiencia nos resulte imposible recuperar la vida que antes de él conocimos.

Sea para bien o para mal, todo viaje supone un cambio, una reflexión; supone una mayor experiencia, y un mayor silencio, por cuanto las cosas que en un viaje han sucedido son harto difíciles de contar. De ellas, sin embargo, lo importante es lo que queda, lo que recuerdas en tu interior, en el silencio, en la oscuridad. Un perfume, un sabor, una sonrisa... Esos son los pequeños detalles de la vida.

Por eso, el día en que mis ojos ya no tengan lágrimas que perder en un avión de vuelta a casa, el día en que nada añoren al mirar por la ventana de un tren, el día en que nada recuerden al ver un cartel en la carretera, ya no habrá razón para viajar.

Y tendré, también, que preguntarme si acaso quedan razones para vivir...

miércoles, 11 de agosto de 2010

Ay, qué malo es esto...

Como soy una egocéntrica (y de esto me doy cuenta ahora...), voy a volver a justificar mis locuras diciendo que soy una mujer apasionada, como ya he dicho aquí y aquí. Y joder, a ver si cambio de tema, que me repito más que el ajo.

El caso es que por esa razón estoy, a la 1 y 16 de la madrugada pasando calor frente al ordenador, enlazando un blog detrás de otro y leyendo cosas surrealistas y divertidas. Ya he visto el video de PostLost. Bueno, vale, es cierto. He visto l o s p r i m e r o s m i n u t o s del video de Postlost. Pero eso es porque tengo un problema con los videos, y si no me amenazan con una escopeta o con abstinencia de chino, no consigo ver uno completo. Pero estaba muy divertido, lo prometo. Y estoy totalmente de acuerdo con lo que dicen los chavales, aunqu
e al menos yo no madrugué...

Entonces, después de mirar mi restaurante y de pasarme una hora leyendo, he visto esto.

¿Y qué puedes añadir a esta perturbadora imagen? ¿Qué habría pasado en Pokemon, si el adorable Pikachu hubiera llevado bigotito? Lo primero, era un bicho repugnante; intentaba hablar, y solo decia "pikapika..." joder, pues Arráscate (quien lo entienda, que se ría y tire la primera piedra). Nunca me gustó Pikachu, me parecía un puto pokemon de pijas para atraer a las niñas al mundo de los videojuegos. Era mucho más molón el vampiro murciélago, o Charmander, aunque tuviera también un poco de tufillo a moñismo feminil.

Pero si Pikachu hubiera sido Piktler, el imb...erbe del Ash (que a quienes sepan inglés resultará un nombre, cuanto menos, curioso) habría ido directo a una ducha de metano. Míradlo como le mira con pena, al fin y al cabo, el niñato le daba de comer. Pero mira que hacerle enfrentarse a sus amigos...

Claro, que sus coloretes le delatan. No puede esconder que, en realidad, es primo de Heidi.

viernes, 6 de agosto de 2010

Indecisión, conexión nueva y tiempo libre.

La gente que me conoce sabe que soy una asidua a las series. Claro, que también se podría decir que soy una yonki, y no dejaría de ser una gran verdad.

Todo esto comenzó hace ya mucho tiempo, aunque algún elfo descarriado podría decir que eso no es nada, que ellos viven mucho tiempo, que blablabla... pero claro, después de cosas como esta nadie se toma en serio lo que dicen.

El caso es que hace como unos cuatro años yo apenas veía la tele. En esta cuenta no entran los Simpsons, serie que todo el mundo ha visto a lo largo de su vida. En esto me refiero a la tele como aparato que reclama tu presencia cada vez que emiten el programa que te gusta. Yo antes no era así, y tampoco veía series ni películas por Internet. Cierto que la razón podría ser la patata de ordenador que tenía, o mi mierda de conexión, pero el caso es que yo no veía la tele.

Y la consecuencia directa de esto es que yo no me enganchaba a series. Sin embargo, como ya he dicho alguna vez (o al menos, como ya tuve intención de decir...), soy una persona muy apasionada en todos los aspectos de mi vida. Lo mismo me colgaba a lo loco con una canción, y no dejaba de escucharla en varios días, que cogía un libro y me sentaba a leer hasta que me lo acabase.

Por eso era cuestión de tiempo que algún día viera una serie que me enganchara de verdad, y que me metiera de lleno en el mundo de las descargas directas, de los minutos de limitación de megavideo, y del sufrimiento espasmódico del músculo craneal cada vez que un capítulo te dejaba en situación de infarto.

La culpa, como casi todo en mi vida, fue de Dexter. Como ya he hablado de esto aquí, y como puede verse, además, en el nuevo aspecto de mi blog, no hace falta que diga lo muchísimo que me gusta. Ya he visto el nuevo trailer, y estoy desesperadita por ver la nueva temporada, pero hasta el último domingo de Septiembre no saldrá. Por eso me entretengo con el último libro, de una calidad con creces mayor que el anterior en la serie, como dice Santa Wiki. En realidad estuve a punto de dejar de leer esta serie por culpa de la pifia del libro 3, pero he de admitir que estoy contenta de haber seguido, merece la pena.

Sin embargo, como entre temporada y temporada pasa mucho tiempo, de alguna manera hay que rellenar el (escaso) tiempo libre del que disfruto en mi vida. Así, cuando me familiaricé con esa página maravillosa (todos te adoramos, Danko), recuerdo que fue al terminar la tercera temporada de Dexter, comencé con How I Met Your Mother. Son capítulos de 20 minutos, de trama sencilla y argumento similar al que tuvo Friends hace años. Yo esta no la vi, pero con HIMYM me enganché a muerte en el mes de exámenes de 4º de carrera, y me puse al día en muy poco tiempo.

Y como aquello de ver series parecía divertido, estuve buscando, y junto a un amigo encontramos una serie sobre Merlín y los caballeros y Arturo y todas esas cositas, pero ambientada en su juventud. En realidad, es un batiburrillo de serie americana de instituto mezclada con mundo medieval con un poco de la historia de Merlín. Porque quién se cree que Ginebra sea a) negra en la Britania del siglo VI d.C.; b) fea, cuando Arturo siente tilín por Morgana, que es notablemente más guapa; c) una sirvienta. Teniendo en cuenta que ambas son bellísimas personas (ejem... Morgana es una bruja inteligente, en el sentido literal de la palabra), y que las dos son muy amables, ¿con quién os quedaríais? No hace falta ni que responda. En cualquier caso, la serie me gustó en versión original, y empecé a verla, y ahora estoy también esperando a que en septiembre salga la temporada tres, que espero que supere el nivel de lo anterior. Al menos el final de la segunda quedó a buena altura...

Y después de esta serie, me empezó a molar eso de ver series en inglés. La tercera de Dexter la había visto en inglés, a partir de no sé cuál de HIMYM lo mismo, pues no estaban traducidas, y la de Merlín también, pero esta porque el doblaje era como una patada en el estómago.

Y entonces alguien recomendó otra serie, una de vampiros, por la que no daba demasiado en un principio. Pero después, cuando aprendí a superar mi odio por Paquitadientesseparados, Cejasnegras, Billnomedejesquememeoencima Stackhouse, la serie empezó a ponerse interesante. Hay que admitir que la segunda temporada merece únicamente la pena por la historia de la Secta del Sol y por Super Eric, porque todo lo del pueblo es infumable. Pero una vez más, los guionistas han logrado superar sus propias barreras, y la tercera temporada esta siendo MUY buena. En serio. También hay libros de la serie, pero todavía no he podido leerlos, estoy a medias con otros ahora, así que ya contaré si llego a ellos algún día.

Y estas son las series que ahora mismo sigo, unas ahora, como True Blood, otras de Septiembre a Febrero, como Dexter o Merlín, o de Febrero a Junio, como HIMYM. Y queda una, una que sabéis que me ha gustado mucho, después de odiarla durante tres años por cosas que no vienen al caso, una que logró un nivel increíble, fastidiado solo a medias por un final algo mediocre. Sigo pensando que mi propuesta de final era mucho mejor, y como me volví experta en ignorar secciones de series que no me gustaban, para mí sigue siendo una de las mejores series de la historia. Pero de eso no hablaré aquí ni ahora. Ni quiero crear polémica, ni quiero que se me aburra el personal, por lo que me limitaré a lanzar la propuesta que quería hacer.

Ahora mismo, compañeros, estoy viendo True Blood de semana en semana, la novena temporada de CSI Las Vegas, a punto de terminar la mejor parte y dejarlo, para pasarme a Miami, y The Big Bang Theory a mitad de segunda temporada. Sin embargo, cuando se me acabe esta, no tengo la más remota idea de otras series que puedan merecer la pena.

Me gustaría tener alguna recomendación, a poder ser contando un pelín de qué va lo que se recomienda. No espero un gran aluvión de respuestas, al menos alguna, y pronto seguiré contando alguna cosina más, a ver qué tal termina mi libro de Dexter, y qué tal va mi Ciclo Pendragón, que tengo los cinco mirándome desde la estantería desde hace poquito. Y nada más por ahora, cucarachas y cucuruchos.

lunes, 2 de agosto de 2010

Back in Black

Ahora que ha pasado un poco la fiebre y la vertiginosa vorágine de papeles, viajes, más papeles, más viajes, fechas y estreses (y escuatros), parece que las aguas vuelven a su cauce, y que los fuertes remolinos no amenazan ya con destruir mi ecosistema.

No es una simple vuelta al día a día, nada más lejos de mis intenciones. Tampoco va a ser una rutina, pues lo que el nuevo día traiga es, al menos para mí, un misterio. Sin embargo sí habrá una cierta estabilidad en mis planes, más tiempo para mí, más espacio para
mis cosas, más posibilidad de hacer planes concretos.

Aunque entre estos, los más inmediatos, esté recoger todos mis papeles (voy a llorar), o terminar un regalo que comencé hace ya mucho, también hay cosas como continuar una historia a medias - algo habitual en mí - o empezar a pensar en organizar el año que vie
ne.

Y también entra en mis planes el propósito de convertir en blog en algo de uso más habitual. Tengo ganas de hacer cosas, aunque muchas de ellas no sean publicables, o aunque otras sean más de hacer en persona que de contar con palabras. Sin embargo, seguiré pensando en cosas que hacer con este pequeño espacio de libertad con el que tanto he compartido, sea aquí, sea donde tiempo ha habitó un Fabulista.

En cualquier caso,


I'm Back in Black!

jueves, 29 de julio de 2010


"Ponen su conocimiento en trozos de piel o en tablillas de piedra o de madera encerada, y piensan que eso es sabiduría. ¿Qué sentido tiene tallar una piedra para obtener conocimiento? Hasta yo, una aprendiz de sacerdotisa, sé que lo que hace sabio a un hombre es el saber grabado en su corazón. ¿El saber de las plantas puede aprenderse de un libro? Ni siquiera hablando se puede transmitir todo. Debes buscar las plantas tú misma, tocarlas, amarlas, verlas crecer. Entonces puedes usarlas para curar, porque sus espíritus te hablan". La casa del bosque, Marion Zimmer Bradley.


jueves, 22 de julio de 2010

Allá donde voy, llevo el sol conmigo...


Y espero esta vez tener suerte también...

martes, 20 de julio de 2010

Me enerva

Que las cosas no funcionen cuando deberían hacerlo.

Que se me caiga algo y desaparezca. Y que no vuelva a encontrarlo aunque rastree el suelo de toda la puta habitación.

Que tenga en la cabeza y en la boca el sabor de una comida, y que cuando llegue a casa ya no haya. O no haya habido.

Que la gente diga, precisamente, las cosas que no quiero oír.

Que me corrijan. Sobre todo cuando tienen razón.

Que alguien me indique que se me está olvidando hablar en castellano.

Que la gente se crea que la carretera es suya, cuando es mía por derecho de herencia. Aunque esto estoy aprendiendo a tolerarlo...

Que pase mucho tiempo haciendo algo para que me digan que no vale para nada. Y encima, no estar de acuerdo.

Que para desahogarme tuviera que hacer una lista inmensa que convertiría este blog en un confesionario emocional de esos que tanto odio, en el que airearía mi vida cual si de unas bragas sucias se tratase, sin preocuparme de que los vecinos me vean los descosidos, manchas o desgarrones.

Pero no es necesario, aunque lo parezca. Porque los tirones de bragas se los dejo a la intimidad de un cuarto oscuro; los descosidos, a una torre de diccionarios, donde esperan a que una afilada aguja repare sus dolores; y las manchas se las dejo a un Wipp Express que vendrá a ocultar mis desperfectos.

Mientras tanto, me solazaré con los pequeños placeres de la vida, como el no poder despegar la nariz de un nuevo libro, deseando aguantar una página más, a pesar de conocer ya el final.

O como el oír el murmullo del mar con los ojos cerrados, arropada por el calor de un cuerpo amado.

O como el reír hasta no poder más porque subí por la pared de un edificio público, me colé por una ventana y cuando no pude salir me abandonó el mago, y nunca pude explicar a los guardias qué hacía allí.

O como el repetir de pasta con verduras porque no podría estar más rico ni podría tampoco engordar menos.

O como el ver que el esfuerzo tiene sus frutos, que no me ha abandonado, y que mi corazón sigue pleno, latiendo, aguantando, viviendo.

Es con esos placeres que se borran las agonías de los meenerva y mecabrea, de esas absurdas menudeces que, en ocasiones, nos impiden ver la realidad que nos rodea. A veces no son granos de arena, sino piedras las que nublan tu visión. O montañas. Pero nunca puedes, ni debes, olvidar que tras toda montaña terminará habiendo una llanura. Todo pico tendrá su descenso, y tras un verde prado primaveral podrás disfrutar de la calma de un lago cristalino donde bañar tus pies cansados.

Y comprenderás entonces, caminante, que tus pasos no te han llevado al infierno, sino al otro lado del paraíso. Y una vez hayas aprehendido el camino de ida, podrás volver a donde quieras, regresar a donde recuerdes, y marcharte cuando lo sientas. Porque la experiencia es la que da la verdadera sabiduría, independientemente del final de tu caminar.

Y como me dijo alguien grande una vez, "si lloras porque no puedes ver el sol, tus lágrimas te impedirán ver las estrellas".

domingo, 4 de julio de 2010

El camino del odio tiene una sola dirección: hacia adelante.

No se puede volver atrás una vez has comenzado su tránsito,

sea bueno, sea malo.


Y te guste o no te guste, tiene solo, también, una salida.

No te guiarán ya baldosas amarillas,

ni guisantes ni de tierno pan pequeñas migajas.



Serán sudor y sangre tus únicos guías en esta noche oscura,

y el silencio que consigo trae la muerte incierta.

Y ¿quién llorará a los eternos incomprendidos?

miércoles, 30 de junio de 2010

Li Sen


Me voy.

Aunque te voy a echar horrores de menos...

domingo, 20 de junio de 2010

ATENCIÓN: SPOILER

ATENCIÓN: Spoiler, pero uno de los grandes. Si eres fan de Dexter y no has visto la cuarta temporada, sal ahora mismo de aquí y vuelve cuando renueve entrada. Si no, sigue bajo tu responsabilidad :)


Después de la enorme cagada de la entrada de ayer, que tuve que borrar porque el puñetero html se reía de mí, vengo cargada de paciencia a ver si esto funciona en condiciones. Todos los que me conocen, quiero decir, los que me conocen de verdad, saben que soy
una apasionada de mis cosas. Y entre esas cosas está Dexter.

Cuando terminó la cuarta temporada, allá por diciembre de 2009 (el día 13 se aireó en los Estados Juntitos), tuvimos que ver todos con la boca abierta el terrible, y a la vez genial, final de temporada. Fue algo parecido al final de Perdidos, nadie se lo esperaba, todos nos quedamos unos segundos callados sin saber qué decir o qué pensar. La diferencia es que después, con el tiempo, cuando reflexionamos sobre lo que había sucedido, nos dimos cuenta de la grandeza y genialidad que supone hacer eso con uno de tus personajes principales.



¿Quién no pensó en qué iba a ser del pobre Harry Junior, que de tan chiquitín había tenido que ver cómo su mamá moría en una bañera? ¿O sus hermanastros, hermanitos, huérfanos de padre y de madre?

Ya queda cada vez menos para esta nueva temporada, la quinta y, esperamos, no la última. Y sabemos todos que no habrá venganza para el pobre marido desolado, pues mató al asesino antes de saber lo que había hecho.

No sé qué pasará en esta nueva temporada, no sé qué hará Deb después de que se de cuenta, irremediablemente, de quién es su hermano. Cuando ate cabos, ¿qué hará? ¿Qué pesará más, el amor fraternal o el deber moral? Pero en este caso, ¿de qué lado está la moral?

Lo único de lo que estoy segura es de que el lunes 27 de septiembre estaré totalmente inmersa en una nueva trama que ocupará tiempo y mente durante las siguientes doce semanas. Y vosotros qué,

¿todavía no lo habéis visto?

jueves, 17 de junio de 2010

Esta va por vosotros

En estas fechas me siento en la obligación de dedicaros una* a todos vosotros.

En estas fechas, cuando los nervios están a flor de piel.

Cuando en el calendario las casillas se tachan solas, sin que nos demos cuenta de que pasan los días.

Y cuando todos se creen con derecho a exigirnos más, y más, sin entregar nada a cambio.

Precisamente es en estas fechas cuando necesitamos recordarnos que somos PERSONAS, que no hemos perdido aún nuestra HUMANIDAD, y necesitamos revestirnos de toda nuestra PACIENCIA para no responder así:

, valiente cabrón y vago, que has estado todo el curso sin dar un palo al agua. NO TE DEJARÉ LOS APUNTES. ¡Y te los voy a pasar todos con faltas!

Y , profesor exigente, NO voy a hacer más prácticas, porque no me cuentas más que MILONGAS, y ¡¡"esto no me lo estudio porque creo que es mentira"!!

Y , bastardo incompetente, que te crees con derecho a corregirme y a opinar sobre mi vida, a ti sobre todo te voy a dar una lección.

Dejadnos en paz, dejadnos vivir. Ya estudiaremos más cuando nos apetezca, ya comeremos menos cuando no tengamos hambre, ya nos vestiremos de otra forma cuando tengamos que hacerlo, ya jugaremos menos al ordenador cuando nos aburramos menos y, sobre todo, ¡YA cambiaremos cuando nos DE la GANA hacerlo!

Y dejad de meteros en nuestra vida, que para eso están las madres, y madre no hay más que una.


Por todos aquellos que tuvieron ganas alguna vez de decir una de estas frases u otra parecida, y callaron por educación; por todos aquellos que tuvieron ganas alguna vez de partirle la cara a algún desecho social, y no lo hicieron porque en su casa les enseñaron educación; y por todos aquellos que alguna vez quisieron hablar mal de otras personas sin saber, y se les explotó la mierda en la boca.

En nombre de vosotros, los primeros, ¡clamo venganza al cielo, y grito nuestras quejas a la vez!

Y por los últimos, no puedo menos que desearles que cada vez que alguien se cague en dios, esa mierda caiga directa en su cara, explotando y pringando de una masa marrón y maloliente sus viperinas lenguas. Que os lo merecéis, por GILIPOLLAS.

*Sugerencia: mantener la canción durante toda la entrada.

martes, 15 de junio de 2010

What if God was one of us?

Hay veces, en este mundo absurdo nuestro, donde la parcialidad está a la orden del día, y las buenas acciones son casi menos frecuentes que la alineación todos los planetas de nuestra órbita, hay veces en que uno debe preguntarse qué haría Dios si bajara de nuevo a la tierra, a ver cómo van las cosas entre nosotros. Entre nosotros, quiero recordar, que fuimos hechos a su imagen y semejanza.

Y, la verdad, dudo mucho que se fuera contento. Es más, estaría por afirmar que ni siquiera se quedaría tranquilo.

Miles (y millones) de hogares no tienen un sueldo con el que comprar el pan para alimentar a sus miembros; sin embargo, en el lado opuesto, los banqueros cobran enormes pensiones, los políticos van en limusina a sus reuniones y son totalmente incapaces de quitarse un mísero céntimo de su sueldo, prefiriendo hacer reformas que a nadie ayudan.

Los niños de hoy no saben lo que es un juguete de verdad, una tarde en un parque, un amigo al que contar un secreto, una lágrima de verdad porque ese amigo se lo contó a su vecino. Todo lo ven ahora a través de una pantalla, sentados solos en un sofá, sin saber dónde ni cómo jugar. Sus padres les mirarán desde la puerta, y preferirán no sentarse a su lado, porque ya no saben iniciar una conversación.

Hemos avanzado tanto que somos capaces de localizar a una persona en medio de la inmensidad con un pequeño cacharrito que ni siquiera necesita enchufe, pero en otros lugares la gente muere, también en medio de la misma inmensidad, sin haber conocido lo que es tener el estómago lleno. Nos emocionamos cuando una operación mediática sale bien, cuando un hombre rico y famoso consigue superar su enfermedad, mientras miles de anónimos mueren sin que su último suspiro pase a la posteridad.

Y a nosotros QUÉ MÁS NOS DA. Esta es nuestra sociedad, la misma que nos ha enseñado a dar con la mano abierta, sonriendo a la cámara, mientras lo quitamos a escondidas con la otra. Por eso nos da igual. Nosotros somos esos niños que ya no aprendieron a jugar, ni a vivir. Penosa será la existencia que les otorgaremos a nuestros hijos... si no lo cambiamos antes.

jueves, 10 de junio de 2010

Ein kleines Licht. (In)certeza Absoluta

A veces, los aparatos viejos, con el tiempo, dejan de funcionar. Normalmente no se apagan de golpe, de un día para otro, sino que durante algún tiempo te van avisando, van dando pequeñas señales de que ya no están como antes. Puede ser un pequeño ruidito, una fuga al principio invisible, luego más grande, o tal vez puede que sea una luz que parpadea, o que brilla menos de lo normal.

La primera vez que vemos a esa luz parpadear, sonreímos. Cuando se tiene cariño a algo, aunque sea el cariño que surge de la convivencia diaria, perderlo duele; y por ello a veces viene bien el tiempo intermedio para acostumbrarse a su falta. Por eso, al principio, sonreímos.

La segunfa vez que la lucecita parpadea, fruncimos el ceño. El momento no es el adecuado, o la situación económica (puta crisis...), o no tenemos tiempo para una sustitución, o no queremos deshacernos de aquello que tan buenos recuerdos nos trae.

Entonces es cuando te paras frente a ello, lo miras,y te preguntas qué es lo que le pasa. Qué es lo que va mal. Porque no puedes entenderlo - hasta ahora todo estaba bien...

Pero puede fallar por dos razones, e incluso tú lo sabes. Puede ser que sea ya demasiado viejo. Fugit irreparabile tempus, y nada podemos hacer para evitarlo.

Sin embargo, existe aún otra razón: el uso excesivo. Las cosas fallan, a veces, por desgaste. Lo mismo que un amor al que la rutina ha vuelto obsoleto, lo mismo que un sueño que, a fuerza de ser repetido, suena a disco rallado, lo mismo que el oído se acostumbra al suave sonido del mar. Así también, a veces, algo puede sentirse cansado de funcionar, y dejar, poco a poco, de ser eficiente y capaz.

¿Y qué hacer, cuando sabes que el parpadeo de esa luz es el inevitable principio del fin?


jueves, 3 de junio de 2010

Oh, tierno y dulce, oh, tú,

que en silencio mis labios besas,

no reveles nuestros secretos placeres,

y muerde con tus fauces mis entrañas.

lunes, 31 de mayo de 2010

Puso los ojos en blanco. Era la enésima vez que tenía que explicárselo. ¿Es que no iba a comprenderlo nunca?

Dio media vuelta, y recorrió el breve espacio vacío hasta la ventana. El sol comenzaba ya a apagarse, y las sombras del ocaso se deslizaban juguetonas por entre los resquicios de la habitación. Le costaba concentrarse, más aún con la creciente sensación de que estaba - absurdamente - perdiendo su valioso tiempo.

Se acercó con una educada sonrisa a la silla que había junto al diván y se sentó por última vez. Su paciencia, por ese día, se había agotado.

- Muy bien, mamá, vamos a dejarlo. Vete si quieres a hacer la cena. Yo voy a jugar.

La niña se bajó de la silla, y dio unas suaves palmaditas en la mano de su compungida madre. Al fin y al cabo, no era culpa suya.

El polvo brillaba sobre el escritorio de madera. Eran las ocho, la lección había terminado.

lunes, 24 de mayo de 2010

No es menos dolor por no sentirlo vivo

"Cómo has podido acabar así. Tenías todo el futuro por delante, el mundo habría caído a tus pies. Hice todo cuanto estaba en mi mano, te procuré la mejor educación, te di las armas con que comerte el mundo, te hice grande.

Fui padre cuando eras niña, amigo cuando creciste, hombro para llorar al hacerte mujer. Seguí tus idas y venidas, tus pros y tus contras, alegrías y penas, llantos y risas. Junto a ti pasé el mejor, y con él el peor, momento de mi vida. A tu lado me di cuenta de cuáles eran los valores que de verdad importaban.

Desdeñé tu belleza como factor de tu éxito, al ver que de veras tu corazón tenía algo de especial. En tus ojos brillantes se reflejaba el Todo del Universo, la Nada de la Noche, la Luz de un Nuevo Amanecer. Todo tu potencial, agotado; toda tu vida, truncada; todos nuestros sueños, quebrantados.

Y todo por una estúpida minucia que ya jamás serás capaz de apreciar. Tal vez, si abrieras los ojos, podrías darme un consuelo, un mudo alivio que nunca encontraré. Así quizá un mañana, lejano aún - ¡no lo vislumbro! -, podré mirar al frente y decir: eres recuerdo.

Hasta entonces, tuyas serán mis noches, tuyas mis palabras, tuyos mis versos sin musa, que cantaré al son de una lira sin cuerdas. Hasta entonces, buenas noches, mi amor, y dulces sueños. Tu príncipe de caballo embridado parte a lo lejano. Este cuento no tiene un final feliz".

Vi en sus ojos el reconocimiento, la fría certeza de que había llegado el fin. No me sorprendieron sus palabras.

- Es ella. Guárdela en su caja por última vez. Ya no sirven las palabras en el aire...

Sin embargo, nunca logré comprender el sentido de su despedida. "Escóndala ya, doctor. Es mi hija".



viernes, 21 de mayo de 2010

Envidia, el eterno mal de los mediocres

Llevaba un tiempo ya esperando algo así, aunque había abandonado la esperanza, una vez pasado tanto tiempo. No hay cosa que más me exaspere que la mediocridad, sobre todo cuando a ella va estrechamente unida la falsedad, el cinismo, y la pretensión de grandeza. Y cuando encima nos creemos guapos, pues ya se me va el santo al cielo.

Para aquellos que me conocen bien será muy significativo el dato de que llevaba dos horas jugando a diferentes juegos de plataformas, cuando he tenido que parar para escribir este pequeño fragmento. HE DEJADO EL JUEGO por causa de lo que ví, por lo que os podréis hacer perfectamente a la idea de la ira que hierve en mi interior.

Es muy sencillo, mucho, criticar cuando solamente se ve algo desde fuera, cuando todo se filtra por una supuesta objetividad, ya mancillada por palabras viejas y por frases cargadas de falsedad. Por eso, cuando se pretende recrear una atmósfera y las palabras de varios testigos, ya los autores antiguos sabían que no se refleja el mismo discurso, ni las mismas ideas, ni el mismo sentido de las cosas.

Ya Salustio, o Tito Livio, o mi amigo Tácito, daban buen uso a los discursos que recreaban, ensalzando al enemigo con una elevada retórica, en la idea de que así elevarían aún más la victoria de su pueblo. Sin embargo, nadie cree hoy en día que las palabras de Catilina, de Yugurta, de Hanibal, o de cualquiera de los múltiples enemigos cuyas palabras leemos ahora en una lengua que no era la suya, nadie, como digo, cree que fuesen las que de verdad ellos pronunciaron. ¿Vamos a creer hoy lo que alguien pretende que otras personas han dicho?

No solo me vale este ejemplo, sino que podría servirme también de juegos infantiles como 'el teléfono escacharrado' para confirmar que mi teoría es válida. Nadie recuerda con exactitud las palabras de otro, y cuánto menos cuando de esas palabras dista tiempo.

Sin embargo, no solo se trata de lingüísticas confusiones que nos llevan al absurdo; es también absoluta la falta de conciencia acerca de lo que hay detrás lo que nos conduce a presentar un discurso parcial y poco objetivo, dado que no se llega a conocer la motivación real de las acciones de otros.

Pobre es la opinión que se sustenta en lo que se deduce erróneamente y, como digo, pobre es la persona que a esa opinión se aferra. No voy a ser vulgar, porque entonces se revolverían todos los santos en su tumba, solo diré que aquel que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Y en este caso podría ser yo quien mirase, casi afirmando, casi basándome en la mirada de otros, casi segura, casi asesina, quien dijera que lo de copiar en los deberes se lo dejo a los niños. Veritas filia temporis, dejémosle al karma lo que la ley no permite que resolvamos en persona. Eso sí, cuanto de verdad llevan las letras no lo entienden quienes mal las interpretan.

Ya llegará mi momento de hablar.

lunes, 17 de mayo de 2010

Le cadavre exquis boira le vin nouveau

"Lo he estado pensando mucho, de verdad,
pero creo que lo nuestro es imposible".



"Podríamos haber tenido un brillante futuro,
incluso unos hermosos querubines..."


"...pero la sangre sale fatal
de las alfombras".
*Texto y diseño propios.