jueves, 10 de junio de 2010

Ein kleines Licht. (In)certeza Absoluta

A veces, los aparatos viejos, con el tiempo, dejan de funcionar. Normalmente no se apagan de golpe, de un día para otro, sino que durante algún tiempo te van avisando, van dando pequeñas señales de que ya no están como antes. Puede ser un pequeño ruidito, una fuga al principio invisible, luego más grande, o tal vez puede que sea una luz que parpadea, o que brilla menos de lo normal.

La primera vez que vemos a esa luz parpadear, sonreímos. Cuando se tiene cariño a algo, aunque sea el cariño que surge de la convivencia diaria, perderlo duele; y por ello a veces viene bien el tiempo intermedio para acostumbrarse a su falta. Por eso, al principio, sonreímos.

La segunfa vez que la lucecita parpadea, fruncimos el ceño. El momento no es el adecuado, o la situación económica (puta crisis...), o no tenemos tiempo para una sustitución, o no queremos deshacernos de aquello que tan buenos recuerdos nos trae.

Entonces es cuando te paras frente a ello, lo miras,y te preguntas qué es lo que le pasa. Qué es lo que va mal. Porque no puedes entenderlo - hasta ahora todo estaba bien...

Pero puede fallar por dos razones, e incluso tú lo sabes. Puede ser que sea ya demasiado viejo. Fugit irreparabile tempus, y nada podemos hacer para evitarlo.

Sin embargo, existe aún otra razón: el uso excesivo. Las cosas fallan, a veces, por desgaste. Lo mismo que un amor al que la rutina ha vuelto obsoleto, lo mismo que un sueño que, a fuerza de ser repetido, suena a disco rallado, lo mismo que el oído se acostumbra al suave sonido del mar. Así también, a veces, algo puede sentirse cansado de funcionar, y dejar, poco a poco, de ser eficiente y capaz.

¿Y qué hacer, cuando sabes que el parpadeo de esa luz es el inevitable principio del fin?


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