miércoles, 13 de octubre de 2010

Karma, yo también te quiero.

11.56 de la mañana. Una hora intentando estudiar. No hay manera.

Tengo hambre y no me concentro. Mis defensas han caído. Voy a la cocina a por un pastelito.

Abro el armario y busco algo, pero no lo encuentro.

De repente, una pinza sale disparada hacia mí, me golpea y cae al suelo.

La miro. Miro al armario. Me río. Pero qué coj...

Cuando una pinza te ataca porque vas a coger un pastelito para ver si te concentras mejor estudiando, lo único que puedes hacer es ponerla en su sitio y volverte a la mesa. Quién sabe lo que te pasará si te lo comes...

Muchas veces, el Universo sabe lo que nos conviene mucho mejor que nosotros mismos.


No hay comentarios: