viernes, 28 de octubre de 2011

Pasión

La primera vez que la vio, tenía los ojos cerrados. Sus largas y curvadas pestañas reposaban sobre la marfileña piel de sus mejillas. Apenas si unas difuminadas pecas perturbaban aquel remanso de paz, terso y firme, que conducía hacia unos labios serenos, carnosos y sonrosados, que invitaban a reír, a besar y a conversar tras aquella media sonrisa ladeada.

Su cabello se extendía sobre la almohada, ondulado y sedoso, oscuro como la sombra de la noche. Estaba suelto, esparcido, como si, descuidada, acabase de reposar allí su bien formado cuerpo. Aquella suave oscuridad contrastaba con la palidez de su piel, efecto atenuado por su vestido color perla.

Acarició con su mano áspera la mejilla de ella, suavemente, como si temiera despertarla. Apartó un mechón de su frente, y se admiró de su hermosura una vez más.

Envalentonado por su gesto - jamás lo habría creído posible -, recorrió su cuello, hasta llegar al intrincado encaje que cubría su pecho. Era una mujer delgada, pero bien formada. Aumentando su osadía, apoyó la cabeza sobre el pecho de ella, al tiempo que con su otra mano estrujaba la cintura, acariciaba todo su torso, y rozaba levemente aquellos labios.

Lo habría dado todo por tenerla en su vida. Le habría comprado hermosos vestidos que realzaran su busto, zapatos con los que bailar en las fiestas a las que la llevaría, perlas que brillasen junto a su pelo, y un lecho donde yacer juntos hasta que los primeros rayos del sol despertaran a la aurora.

Se imaginaba llevándole zumo de naranja - habría sido su favorito, natural y recién exprimido -, tostadas y un café, besando su mejilla y sentándose en una mesa de hierro forjado en el porche, a leer el periódico bajo el cálido sol invernal.

Quizás habrían tenido un perro, no un hijo que estropease tal belleza. Un perro fiel, que la admirase como él, y la protegiera de extraños cuando estuviera sola. De extraños como el que había osado afear tal hermosura.

Se levantó con esfuerzo, como si una fuerza sobrenatural tirase de su corazón hacia ella, impidiéndoles separarse. Pero tenía que trabajar. Colocó el chal, del mismo color perlado del vestido, alrededor del cuello, de manera que no se viese la herida suturada que había acabado con su vida, y cerró la bolsa.

En el plástico oscuro colocó la etiqueta. XXXa XXXez XXXXón, 12/11/1983 - 27/10/2011. Causa de la muerte: corte limpio de la arteria carótida. Lista para enterrar.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Hace tiempo conocía a alguien. Un alma torturada, solitaria, callada y tímida. Un alma poética, por así decirlo.

Y como tantas, se preciaba de serlo.

Un buen día, conoció el amor. El de verdad. No importa que dure un día, una semana o toda una vida, el Amor marca para siempre.

Y Amor es el único que, sin quererlo y sin saberlo, se lleva consigo máscaras, maquillajes y bien estudiadas poses.

Bienvenido al mundo sensible (¿o invisible?)

martes, 11 de octubre de 2011

Les vacances (y ç'est fini)

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Como tengo la capacidad de concentración de una mosca vietnamita tuerta, voy a ver si termino por fin el cuento de mis vacaciones, y cierro un tema y dejo esto preparado para lo que venga. Que, últimamente, por pereza y por no cortar el discurso, al final todo lo dejo a medias...


El segundo día comenzó con un English Breakfast de prueba, para ver cómo nos sentaban las alubias, tomate, champiñones, beicon y demás guarradas tan tempranito por la mañana. Y el caso es que sentaban bien...

Inmediatamente después (de recoger, comprar algo de comida en un super y encontrar nuestro camino), entramos en ruta y fuimos disfrutando del precioso paisaje, que no del muro, que todavía no daba señales de vida.

A las 11 o así el primer día de marcha comenzó a llover... y nunca terminó hasta el día siguiente a mediodía. Luego nadie se extrañe del intenso verdor de los campos y de los inmensos árboles frondosos...

Pero lo peor no fue eso, eso de ir mojados hasta el tuétano, que tocabas el pantalón con un dedo y escurría agua, lo peor es que en el siguiente "pueblo" (véase cuatro casas con un cacho asfalto) debimos de tomar el desvío equivocado, y terminamos yendo por un oscuro y tenebroso camino que, finalmente, nos llevó a un pequeño y bonito pueblo bastante cerca de nuestro destino, pero de eso no hablaré aquí.

Por fin en el pueblito, encontramos la oficina de turismo y nos dieron las indicaciones para ir hasta nuestra casa rural a través del bosque de los elfos...

(Se empañaba tanto la cámara, que no se pudo sacar mejor)

Y allí que llegamos, pronto y empapados, y con un frío del carajo. Pero es que la casa era tan bonita, taaan bonita, que se nos olvidaron las penas. Bueno, eso y un baño de agua calentísima con un chocolate caliente en la mano. Eso ayudó bastante, claro.

Como eran las 16.00 o así, comimos una sopa china (0,11p.), que por ese precio fijo que era de Chernobil, y nos dormimos hasta las 19.00, hora de ir a la abadía a cenar. Y así, enlazando comida con cena, probamos la maravillosa cocina de la zona. Hamburguesa casera, con pan casero, cebolla roja, queso, unas patatas de espanto, deliciosa; y un Chicken leek pie, que todavía estoy buscando una buena receta para hacerlo yo en casa, porque era increíble. Y de ahí a dormir. Porque las series que estuvimos viendo estaban en inglés sin subtítulos, y no queríamos hacernos spoilers antes de verlas enteras. Y al día siguiente había que madrugar.

Al día siguiente, por fin cogimos el camino que era, después del que pensamos que sería el mejor desayuno de todo el viaje. Todos consistían en lo mismo, aunque variaba la calidad dentro de lo buenos que eran (tostadas, breakfast english tea, mermelada, cereales, y luego el breakfast típico: huevos, champis, tomate, salchis, bacon especial y creo que ya...). Al menos la primera parte, porque luego nos volvimos a perder. Íbamos tan contentos contando ovejas, y creemos que nos desviamos por el camino de las bicis, o yo qué sé, pero menos mal que un amable señor nos devolvió al buen camino, y por fin encontramos el muro de verdad.

Ese día fue una jornada bastante larga. Visitamos Birdoswald, donde comimos un delicioso sandwich y bebimos una repugnante basura con ginger. Repug, tanto el refresco de limonada como la cerveza. Con las fuerzas recuperadas seguimos andando hasta la siguiente casa rural, Saughy Rigg Farm, una granja ecológica que sobrevivía más o menos con sus propios recursos, un sitio espectacular en un entorno imposible de definir con palabras. El resto del día os lo dejo en fotos: