jueves, 24 de noviembre de 2011

Champiñones a la estufa

Hoy sus voy a dedicar esta entrada culinaria (de cocina en latín, no de culo, burros) a
Pablito y a Miguel, porque sus habéis ido de casa. No porque eso sea algo bueno, que lo es (salvo cuando hay que poner la lavadora. Y fregar. Pero eso no cuenta), sino porque a lo mejor no se os ocurre qué comer y esta es una idea maravillosa y muy poco dietética. Así que os dedico la receta de mis "Champiñones a la estufa" (Stuffed Mushrooms). Para vosotros y todo aquel que quiera comer algo rico, semifácil y semirápido de preparar, y muy delicioso.

Ingredientes:
Ajo - perejil Champiñones
Aceite oliva Cebolla
Sal Jamón serrano o bacon
Pimienta blanca Nuez moscada (sin moscas, por favor)
Harina Leche
Queso Agua

Preparación del ajo - perejil:
Se mete el perejil en la picadora de la batidora. Aprieta bien para que entre todo


Después, prepara un vaso de cocacola con hielos (porque está del tiempo) para tu madre, que tiene la tensión baja.

Para todo ese perejil, yo pongo estos ajos. Pero lo hago a ojo, como las abuelas. No soy abuela. Ni vieja, pero es la mejor manera de cocinar. Lo que te pide, ya vas viendo, etc. Así que ya váis viendo cómo os gusta. Si os gusta más ajoso, más ajo; si os gusta menos ajoso, menos ajo. Pero tened en cuenta que aleja a los vampiros. En serio.


A continuación, dale de comer al perro, que tiene mucha hambre. Mira qué carita pone, qué ojitos, qué mirada. Quién se puede negar así...

Mierda, otra vez. Joder, que dejes de extorsionarme, perro. Estás malo, solo puedes comer arroz... Vale, te echo un poco de pollo. Pero que sea la última vez!

Cuando tu madre te haya dejado tranquilo, y tu perro se haya calmado / dormido / ido a ocupar Su Sofá, echa los ajos en rodajas en la picadora, echa un chorraco de aceite por encima y pícalo todo hasta que quede bien picadito. Entonces, mételo en un bote que se pueda cerrar herméticamente (para que no le salga vida) y cúbrelo todo de aceite. Así:


Bualá. Con esto ya puedes hacer cosas ricas. Lo puedes echar en guisos, en sofritos, en tortillas de francesa, en la espalda de tu novia, y si lo mezclas con mahonesa queda un alioli especial, suave y delicioso.
Pero cuidado!! No te confíes!! Solo puedes sacarlo de ahí con cosas de madera. Cucharas, tenedores, mangos de cuchillo, máscaras de asesino, etc.

Preparación de los champiñones estufados:

Aprovechando que no hemos conseguido quitar todo el ajoperejil de la picadora, echamos ahí en rodajitas la cebolla para que se pique muy finito, porque vamos a hacer la bechamel en el sofrito y así queda más fino. Pero no adelantemos acontecimientos que si no se nos estresa el perro.
Corta la cebolla en rodajas, al vuelo, y echala ahí.



Yo suelo echar como esta cebolla:


Pero porque me gusta con mucha cebolla, que viene bien para la... cabeza.


Los champiñones hay que comprarlos que sean gorditos para que se rellenen bien y estén más sabrosos. Gorditossss....mmmm...

Después, aunque suene muy cruel, les arrancas el rabo. Así. Les apoyas en la palma de tu mano y, aunque lloren, lo mueves lentamente hacia los lados hasta que se suelta. Se rompe muy bien y suele salir entero, aunque hay que hacerlo con cuidado.

Nota: misterios de la vida, algunas fotos se han girado solas. Lo prometo, solas. Pero no voy a subirlas otra vez. Sería la cuarta...

Ahora viene lo más coñazo. Si vives con tu madre, intenta endiñárselo a ella. Si no, ensáñate mucho con los rabitos. Vendrá bien a la receta, y podrás imaginar que es el gilipoll... el ese que tan harto te tiene. Córtalo finito. Eh, finito. Y si se te ha roto algún champiñón, porque eres un poco torpe, no te preocupes. Yo también los corto con los rabitos arrancados.


Cuando casi lo tienes todo cortadito, pones la cebolla a pochar en una sartén ancha de base, con aceite que cubra la base, pero no demasiado, a fuego medio-alto (yo pongo 5/6), y lo dejas que se vaya haciendo.

Después, echas los champiñones cortaditos en la sartén, y vas removiéndolo todo. Échale sal, que si no luego esta soso. Un par de pellizquitos, no te pases, ya echaremos más luego. Y si quieres, una cucharadita de ajoperejil. CON CUCHARA DE MADERA!! Que se oxida.

Estará hecho cuando veas que va cambiando a un color más marroncito oscurillo, así:

Yo lo llamo color champiñón hecho. Tengo que patentarlo.

Corta el jamón serrano (o bacon, si te gusta más) (o si eres vegetariano, sáltate este paso y echa algo que se te ocurra que pueda quedar rico como... umm.... como un poco de puerro picado también. O más cebolla). Lo que venía diciendo, corta el jamón serrano en taquitos finitos. Yo he echado eso porque es lo único que he conseguido sacar del jamón sin rebanarme los dedos, que ya me los había quemado un poco antes (¡cuidado con las sartenes, que queman las muy japutas!). Pero podéis echar algo más. O comprarlo cortado, que es más cómodo.

Ahora ojo. Vamos a hacer la bechamel en el propio sofrito, así coge bien el saborcillo del mejunge este. Ten preparado cerca el bote de harina, una cuchara, el cartón de leche, pimienta blanca y nuez moscada. Porque seguro que estás cocinando solo. Si no, limítate a revolver y que lo eche otro, o bicepsversa.

Echa dos cucharadas de harina y revuélvelo todo rápido. Como a estas alturas quedará poco aceite por la sartén, mézclalo bien hasta que deje de haber cosas blancas. Lo blanco es la harina. Harina, de la de comprar para hacer comida. No de la de meter por la nariz.
Verás que el mejunge empieza a coger otra consistencia, se apelotona tó, y parece que se crece un poco. Entonces, echas un chorraco de leche que lo cubra todo. Leche de la de vaca. De brick, vamos.
Como estará todo agrumosado y apelotonado, vas aplastando cada montoncito de masa para que la leche entre bien en las cosas harinosas. Vas revolviendo, con cuidado de que no se pegue, que es muy violenta, y vas apachurrando también para que se disuelva bien todo.
Lo normal es que chupe la leche enseguida, así que puedes echar más.

Este es el momento de echar otro poco de sal, pimienta y nuez moscada. Cuidado con la nuez de la mosca. A mí se me suele caer siempre un huevo, y luego sale un poco dulce todo. Si te pasas, echa más leche, revuelve y deja que reduzca.

No tarda casi nada en reducir. Cuando la mezcla hierva, y veas hacer plop, plop, plop (burbujitas), ya lo puedes retirar del fuego y rellenar los champiñones.

Este es el momento también, cuando todavía está bien caliente, de coger un poco, soplar bien - que quema - y probar a ver cómo te ha quedado el relleno. Porque con esto vamos a rellenar los champiñones, la comida del perro era arroz.

Echas un poco de sal por encima de los champis, y si quieres también queso rallado. Poco a poco vas poniendo un poco en el hueco de cada champiñón. Es mejor poner poco al principio y, si sobra coso, pues le echas más después. A mí me suele sobrar y los champiñones acaban totalmente deformes, pero están más ricos.
Y cuando terminas, les pones queso. A unos les he puesto lonchas de Havarti, a otros queso rallado. El queso nunca es demasiado, así que a gusto. Mozarella rallada también queda bien.

Y en la base echáis un poco de agua. Un día que me apetezca probaré a hacerlos con un caldito y un poco de vino, pero otro día. Hoy solo tenía cocacola.

Después, les metéis al horno, precalentado de un ratejo, como a 180 - 200 ºC y lo dejáis, no sé, ¿media hora? Es que cada horno es un mundo. El mío se llama Panoplia, y están en pleno referendum constitucional para decidir si permiten hornear bizcochos en su país sin destruirlos en el proceso. Es muy interesante. Según lo que decidan, en mi casa se volverá a comer bizcocho entero, o se procederá a deglutir bizcochos adonutsados.

Sabréis que están hechos porque el champiñón entero se pone marrón, y porque empieza a oler bien y a entrar hambre. Normalmente el agua se habrá convertido en salsa con lo que suelta el champi y el queso que se derrite.

Mañana, cuando los haga, actualizaré la receta y os dejaré otra foto. Hasta entonces, bon apetit!