viernes, 20 de agosto de 2010

Reflexiones desde un avión por encima del mar...

Toda vuelta de un viaje que haya merecido la pena supone, al menos, una lágrima de despedida.

Una lágrima por todo lo que ya no va a volver.

Una lágrima por todo lo que ya no se va a repetir.

Una lágrima porque las cosas nunca se quedan iguales, porque todo cambia, aunque no nos demos cuenta.

Una lágrima porque una parte de nosotros no se quiere marchar, mientras que la otra sabe que ya es hora de alejarse.

Los viajes, además, son todos muy distintos entre sí. Unos son de familia, otros de placer, algunos son de pareja, otros por obligación, sea por trabajo o por estudios, y hay también algunos que son viajes de amigos.

Y no sé los demás, ni sé tampoco si importa; solo sé que a mí me sucede algo extraño en este caso, en este último tipo de viajes. Es como si de pronto se creara una burbuja en el tiempo, que nos absorbiera y nos separase de todo cuanto hemos conocido.

Dentro de ella nada es igual, aunque fuera el tiempo corre irremediablemente. Asemeja un oculto paraíso que solo algunos elegidos tienen la suerte de disfrutar, un elíseo cuyo posterior recuerdo ayudará a sobrellevar mejor los momentos difíciles, aunque tras su experiencia nos resulte imposible recuperar la vida que antes de él conocimos.

Sea para bien o para mal, todo viaje supone un cambio, una reflexión; supone una mayor experiencia, y un mayor silencio, por cuanto las cosas que en un viaje han sucedido son harto difíciles de contar. De ellas, sin embargo, lo importante es lo que queda, lo que recuerdas en tu interior, en el silencio, en la oscuridad. Un perfume, un sabor, una sonrisa... Esos son los pequeños detalles de la vida.

Por eso, el día en que mis ojos ya no tengan lágrimas que perder en un avión de vuelta a casa, el día en que nada añoren al mirar por la ventana de un tren, el día en que nada recuerden al ver un cartel en la carretera, ya no habrá razón para viajar.

Y tendré, también, que preguntarme si acaso quedan razones para vivir...

1 comentario:

Hinageshi dijo...

Me encantan tus mares :p