lunes, 30 de agosto de 2010

The House of the Rising Sun

El sol se colaba por entre las hojas del árbol del jardín, haciendo que cerrase sus ojos cada poco tiempo, en un vano intento de huir del astro rey. El calor del sur era distinto del que ella conocía. Se había criado en una zona seca, donde el verano quemaba los rastrojos y dejaba el campo seco y dorado como un campo de hierba de oro.

Sin embargo allí era distinto. Los árboles seguían verdes, el césped del jardín estaba húmedo por las mañanas, y en la sombra no corría la refrescante brisa del mar. Por eso dormitaba en la hamaca bajo el árbol del jardín, estirando el cuello para alcanzar la corriente del ventilador del porche y cerrando los ojos cada vez que una hoja dejaba pasar un rayo de sol
.

El vestido de flores había resbalado hasta dejar al descubierto el moreno de sus largas piernas, pero no se había molestado en taparse. Los hombres de su abuelo estaban acostumbrados a ver a las esclavas, no se asustarían por la piel desnuda de la hija del amo, y sus pensamientos no serían muy distintos de los de los jóvenes del establo.

Se había acostumbrado a escucharlos de vez en cuando m
urmurar cuando pasaba, y había obligado a su rabia a ocultarse en un oscuro trocito de su ser, dejando pasar cada palabra, cada mirada, cada suspiro, ignorando a quienes nada sabían de ella.

Al fin y al cabo, ella podía elegir. Ella DEBÍA elegir. Había sido educada y criada para ello. Sabía a lo que se enfrentaría, y no tenía miedo, ya no.

Cerró los ojos una vez más y estiró su esbelto cuello. El ruido del ventilador se balanceaba al igual que su brisa. Inspiró profundamente y sonrió al reconocer el olor de las buganvillas. Buganvillas. Al menos la casa incluía flores bonitas. Estiró los brazos por encima de su cabeza y se apoyó en las palmas de sus manos. Al paso que iban las cosas, el día menos pensado se encontraría agradeciendo el cambio...

miércoles, 25 de agosto de 2010

Mad World

Hace un par de días tuvo un sueño. Pero no un sueño normal, sino uno de esos tan reales que, al despertar, dudas de su existencia. Demasiado real, habría llegado a decir, si alguien le hubiera preguntado.

El murmullo del mar había estremecido sus oídos hasta el punto de erizar su piel, y en ese mágico momento de la noche en que no sabes si duermes, o si es acaso todo real, sus ojos cerrados le permitían ver.

La calidez del abrazo, sin embargo, era real. No podía dudarlo, aunque en el fondo de su mente supiera que era todo un sueño. La amargura de esa certeza, sin embargo, no impidió que se acurrucara y disfrutara de lo que en vida le era negado, mientras el sol surgiera en oriente y se ocultara tras la costa occidental, mientras la luna conociera solamente el manto de la noche y el brillo de miles de estrellas. Mientras todo, ¡óyeme!, todo siguiera como estaba.

Y al despertar, en la soledad de un nuevo día, contempló la ropa de cama revuelta y sonrió. El mar podía quedar muy lejos, pero en sus sueños era todo posible...

domingo, 22 de agosto de 2010


Lo peligroso de manipular los sueños es correr el riesgo de que se hagan realidad.


Aún se veían en la roca las huellas de sus pies mojados cuando él llegó. El claro estaba en silencio, pero notaba su presencia. Aquel aroma inconfundible lograba aún despertar sus más profundos y ocultos sentimientos.

Aunque jamás pudiera reconocérselo, en sus ojos podría leer la verdad de aquella historia. Parpadeó cuando el viento agitó las copas de los árboles, permitiendo que un rayo de sol se colara hasta su rostro. La suave brisa le rodeó, acariciando su mejilla con un tenue roce, y supo que se había ido.

Sonrió con tristeza y dio media vuelta hacia la espesura. La sombra ocultó sus pasos, el sol secó las huellas en la roca. Y el viento llevaba en sí el débil murmullo del agua, el único lamento por aquellas historias no contadas.

viernes, 20 de agosto de 2010

Reflexiones desde un avión por encima del mar...

Toda vuelta de un viaje que haya merecido la pena supone, al menos, una lágrima de despedida.

Una lágrima por todo lo que ya no va a volver.

Una lágrima por todo lo que ya no se va a repetir.

Una lágrima porque las cosas nunca se quedan iguales, porque todo cambia, aunque no nos demos cuenta.

Una lágrima porque una parte de nosotros no se quiere marchar, mientras que la otra sabe que ya es hora de alejarse.

Los viajes, además, son todos muy distintos entre sí. Unos son de familia, otros de placer, algunos son de pareja, otros por obligación, sea por trabajo o por estudios, y hay también algunos que son viajes de amigos.

Y no sé los demás, ni sé tampoco si importa; solo sé que a mí me sucede algo extraño en este caso, en este último tipo de viajes. Es como si de pronto se creara una burbuja en el tiempo, que nos absorbiera y nos separase de todo cuanto hemos conocido.

Dentro de ella nada es igual, aunque fuera el tiempo corre irremediablemente. Asemeja un oculto paraíso que solo algunos elegidos tienen la suerte de disfrutar, un elíseo cuyo posterior recuerdo ayudará a sobrellevar mejor los momentos difíciles, aunque tras su experiencia nos resulte imposible recuperar la vida que antes de él conocimos.

Sea para bien o para mal, todo viaje supone un cambio, una reflexión; supone una mayor experiencia, y un mayor silencio, por cuanto las cosas que en un viaje han sucedido son harto difíciles de contar. De ellas, sin embargo, lo importante es lo que queda, lo que recuerdas en tu interior, en el silencio, en la oscuridad. Un perfume, un sabor, una sonrisa... Esos son los pequeños detalles de la vida.

Por eso, el día en que mis ojos ya no tengan lágrimas que perder en un avión de vuelta a casa, el día en que nada añoren al mirar por la ventana de un tren, el día en que nada recuerden al ver un cartel en la carretera, ya no habrá razón para viajar.

Y tendré, también, que preguntarme si acaso quedan razones para vivir...

miércoles, 11 de agosto de 2010

Ay, qué malo es esto...

Como soy una egocéntrica (y de esto me doy cuenta ahora...), voy a volver a justificar mis locuras diciendo que soy una mujer apasionada, como ya he dicho aquí y aquí. Y joder, a ver si cambio de tema, que me repito más que el ajo.

El caso es que por esa razón estoy, a la 1 y 16 de la madrugada pasando calor frente al ordenador, enlazando un blog detrás de otro y leyendo cosas surrealistas y divertidas. Ya he visto el video de PostLost. Bueno, vale, es cierto. He visto l o s p r i m e r o s m i n u t o s del video de Postlost. Pero eso es porque tengo un problema con los videos, y si no me amenazan con una escopeta o con abstinencia de chino, no consigo ver uno completo. Pero estaba muy divertido, lo prometo. Y estoy totalmente de acuerdo con lo que dicen los chavales, aunqu
e al menos yo no madrugué...

Entonces, después de mirar mi restaurante y de pasarme una hora leyendo, he visto esto.

¿Y qué puedes añadir a esta perturbadora imagen? ¿Qué habría pasado en Pokemon, si el adorable Pikachu hubiera llevado bigotito? Lo primero, era un bicho repugnante; intentaba hablar, y solo decia "pikapika..." joder, pues Arráscate (quien lo entienda, que se ría y tire la primera piedra). Nunca me gustó Pikachu, me parecía un puto pokemon de pijas para atraer a las niñas al mundo de los videojuegos. Era mucho más molón el vampiro murciélago, o Charmander, aunque tuviera también un poco de tufillo a moñismo feminil.

Pero si Pikachu hubiera sido Piktler, el imb...erbe del Ash (que a quienes sepan inglés resultará un nombre, cuanto menos, curioso) habría ido directo a una ducha de metano. Míradlo como le mira con pena, al fin y al cabo, el niñato le daba de comer. Pero mira que hacerle enfrentarse a sus amigos...

Claro, que sus coloretes le delatan. No puede esconder que, en realidad, es primo de Heidi.

viernes, 6 de agosto de 2010

Indecisión, conexión nueva y tiempo libre.

La gente que me conoce sabe que soy una asidua a las series. Claro, que también se podría decir que soy una yonki, y no dejaría de ser una gran verdad.

Todo esto comenzó hace ya mucho tiempo, aunque algún elfo descarriado podría decir que eso no es nada, que ellos viven mucho tiempo, que blablabla... pero claro, después de cosas como esta nadie se toma en serio lo que dicen.

El caso es que hace como unos cuatro años yo apenas veía la tele. En esta cuenta no entran los Simpsons, serie que todo el mundo ha visto a lo largo de su vida. En esto me refiero a la tele como aparato que reclama tu presencia cada vez que emiten el programa que te gusta. Yo antes no era así, y tampoco veía series ni películas por Internet. Cierto que la razón podría ser la patata de ordenador que tenía, o mi mierda de conexión, pero el caso es que yo no veía la tele.

Y la consecuencia directa de esto es que yo no me enganchaba a series. Sin embargo, como ya he dicho alguna vez (o al menos, como ya tuve intención de decir...), soy una persona muy apasionada en todos los aspectos de mi vida. Lo mismo me colgaba a lo loco con una canción, y no dejaba de escucharla en varios días, que cogía un libro y me sentaba a leer hasta que me lo acabase.

Por eso era cuestión de tiempo que algún día viera una serie que me enganchara de verdad, y que me metiera de lleno en el mundo de las descargas directas, de los minutos de limitación de megavideo, y del sufrimiento espasmódico del músculo craneal cada vez que un capítulo te dejaba en situación de infarto.

La culpa, como casi todo en mi vida, fue de Dexter. Como ya he hablado de esto aquí, y como puede verse, además, en el nuevo aspecto de mi blog, no hace falta que diga lo muchísimo que me gusta. Ya he visto el nuevo trailer, y estoy desesperadita por ver la nueva temporada, pero hasta el último domingo de Septiembre no saldrá. Por eso me entretengo con el último libro, de una calidad con creces mayor que el anterior en la serie, como dice Santa Wiki. En realidad estuve a punto de dejar de leer esta serie por culpa de la pifia del libro 3, pero he de admitir que estoy contenta de haber seguido, merece la pena.

Sin embargo, como entre temporada y temporada pasa mucho tiempo, de alguna manera hay que rellenar el (escaso) tiempo libre del que disfruto en mi vida. Así, cuando me familiaricé con esa página maravillosa (todos te adoramos, Danko), recuerdo que fue al terminar la tercera temporada de Dexter, comencé con How I Met Your Mother. Son capítulos de 20 minutos, de trama sencilla y argumento similar al que tuvo Friends hace años. Yo esta no la vi, pero con HIMYM me enganché a muerte en el mes de exámenes de 4º de carrera, y me puse al día en muy poco tiempo.

Y como aquello de ver series parecía divertido, estuve buscando, y junto a un amigo encontramos una serie sobre Merlín y los caballeros y Arturo y todas esas cositas, pero ambientada en su juventud. En realidad, es un batiburrillo de serie americana de instituto mezclada con mundo medieval con un poco de la historia de Merlín. Porque quién se cree que Ginebra sea a) negra en la Britania del siglo VI d.C.; b) fea, cuando Arturo siente tilín por Morgana, que es notablemente más guapa; c) una sirvienta. Teniendo en cuenta que ambas son bellísimas personas (ejem... Morgana es una bruja inteligente, en el sentido literal de la palabra), y que las dos son muy amables, ¿con quién os quedaríais? No hace falta ni que responda. En cualquier caso, la serie me gustó en versión original, y empecé a verla, y ahora estoy también esperando a que en septiembre salga la temporada tres, que espero que supere el nivel de lo anterior. Al menos el final de la segunda quedó a buena altura...

Y después de esta serie, me empezó a molar eso de ver series en inglés. La tercera de Dexter la había visto en inglés, a partir de no sé cuál de HIMYM lo mismo, pues no estaban traducidas, y la de Merlín también, pero esta porque el doblaje era como una patada en el estómago.

Y entonces alguien recomendó otra serie, una de vampiros, por la que no daba demasiado en un principio. Pero después, cuando aprendí a superar mi odio por Paquitadientesseparados, Cejasnegras, Billnomedejesquememeoencima Stackhouse, la serie empezó a ponerse interesante. Hay que admitir que la segunda temporada merece únicamente la pena por la historia de la Secta del Sol y por Super Eric, porque todo lo del pueblo es infumable. Pero una vez más, los guionistas han logrado superar sus propias barreras, y la tercera temporada esta siendo MUY buena. En serio. También hay libros de la serie, pero todavía no he podido leerlos, estoy a medias con otros ahora, así que ya contaré si llego a ellos algún día.

Y estas son las series que ahora mismo sigo, unas ahora, como True Blood, otras de Septiembre a Febrero, como Dexter o Merlín, o de Febrero a Junio, como HIMYM. Y queda una, una que sabéis que me ha gustado mucho, después de odiarla durante tres años por cosas que no vienen al caso, una que logró un nivel increíble, fastidiado solo a medias por un final algo mediocre. Sigo pensando que mi propuesta de final era mucho mejor, y como me volví experta en ignorar secciones de series que no me gustaban, para mí sigue siendo una de las mejores series de la historia. Pero de eso no hablaré aquí ni ahora. Ni quiero crear polémica, ni quiero que se me aburra el personal, por lo que me limitaré a lanzar la propuesta que quería hacer.

Ahora mismo, compañeros, estoy viendo True Blood de semana en semana, la novena temporada de CSI Las Vegas, a punto de terminar la mejor parte y dejarlo, para pasarme a Miami, y The Big Bang Theory a mitad de segunda temporada. Sin embargo, cuando se me acabe esta, no tengo la más remota idea de otras series que puedan merecer la pena.

Me gustaría tener alguna recomendación, a poder ser contando un pelín de qué va lo que se recomienda. No espero un gran aluvión de respuestas, al menos alguna, y pronto seguiré contando alguna cosina más, a ver qué tal termina mi libro de Dexter, y qué tal va mi Ciclo Pendragón, que tengo los cinco mirándome desde la estantería desde hace poquito. Y nada más por ahora, cucarachas y cucuruchos.

lunes, 2 de agosto de 2010

Back in Black

Ahora que ha pasado un poco la fiebre y la vertiginosa vorágine de papeles, viajes, más papeles, más viajes, fechas y estreses (y escuatros), parece que las aguas vuelven a su cauce, y que los fuertes remolinos no amenazan ya con destruir mi ecosistema.

No es una simple vuelta al día a día, nada más lejos de mis intenciones. Tampoco va a ser una rutina, pues lo que el nuevo día traiga es, al menos para mí, un misterio. Sin embargo sí habrá una cierta estabilidad en mis planes, más tiempo para mí, más espacio para
mis cosas, más posibilidad de hacer planes concretos.

Aunque entre estos, los más inmediatos, esté recoger todos mis papeles (voy a llorar), o terminar un regalo que comencé hace ya mucho, también hay cosas como continuar una historia a medias - algo habitual en mí - o empezar a pensar en organizar el año que vie
ne.

Y también entra en mis planes el propósito de convertir en blog en algo de uso más habitual. Tengo ganas de hacer cosas, aunque muchas de ellas no sean publicables, o aunque otras sean más de hacer en persona que de contar con palabras. Sin embargo, seguiré pensando en cosas que hacer con este pequeño espacio de libertad con el que tanto he compartido, sea aquí, sea donde tiempo ha habitó un Fabulista.

En cualquier caso,


I'm Back in Black!