sábado, 29 de enero de 2011

Hipersomnia

Viste de pija de Lunes a Viernes para que su madre no le siga dando la vara. Se viste de darken el fin de semana, y se la chupa al pelele de turno escuchando un concierto en Si Bemol para violín y piano que suena en RNE.

De mayor quiere ser periodista, pero una de verdad. De esas que van a otros países y cuentan la verdad de lo que pasa en el mundo, pero mientras ahorra para ponerse tetas, que es la forma mejor para entrar en prime time.

Se atusa el piercing del ombligo, y se echa crema en un tatuaje escondido, cuyo significado nadie conoce. Sonríe porque se sabe más culta que el resto, y superior a los desconocidos que pasan cada sábado por las sábanas de su casa.

Bebe vodka para olvidar, y mira su agenda de recordar, que tiene demasiadas cosas que hacer.

El mundo es una mierda, y nosotros no llegamos ni a moscas. Garabatea en una agenda roñosa frases inconexas que deberían ser historias, y se tumba en una cama con hongos en el colchón mientras piensa cómo habría sido su vida de haber nacido en otro lugar.

Se habría vestido de pija de Lunes a Viernes para que su madre no le hubiera seguido dando la vara...

domingo, 23 de enero de 2011

Canto al pasado (Gesung zur Vergangenheit)

¿Es conveniente vivir mirando al pasado?

Las farolas y los árboles y demás peligros inhiestos en las calles no lo recomiendan. Y yo tampoco, por experiencia propia (que es lo que se lleva).

Además, dicen que es de cobardes andar con un ojo al frente y otro a la espalda. Y debe de ser un poco incómodo, digo yo. Que luego te dan una colleja y se te queda un ojo mirando a Cuenca...

Pero claro, ya lo decían los romanos, y un señor muy pesado al que llamaban Cicerón, que la historia es magistra vitae. Y si no aprendemos de nuestros errores, se nos pelarán las rodillas de tanto tropezar con la misma piedra.

Así, puedes optar por coger la piedra, apartarla y tirarla a un lado del camino, y sacar su imagen de tu mente para siempre. Es guay, claro, así no te la volverás a encontrar. Pero hay que ser un poco DI para pensar que, en el mundo, en la historia, en tu vida futura, habrá solo una piedra. Y si la siguiente no tiene forma de pedrusco, ¿cómo la reconocerás?

Entonces, queda la segunda opción. Siéntate ante la piedra y mira, contémplala hasta que te sepas todos sus recovecos, sácale una foto y llévatela contigo, de manera que, tras estudiarla desde todo ángulo y disciplina, seas capaz de explicarte, al menos a ti mismo, de qué tipo era tu piedra y por qué tropezaste con ella. Así, si lo integras, la próxima vez reconocerás esas piedras y podrás dar un paso por delante y evitarlas.

Y con el tiempo, las conocerás todas, y no te tropezarás más (al menos, inconscientemente, que de vez en cuando viene bien tropezarse un poco, para recordar que somos humanos...).

Por eso, aunque digan que es de cobardes, miro atrás de vez en cuando, y remuevo viejas heridas para ser consciente de que estuvieron ahí, de lo que hice para crearlas, y de lo que he de hacer para no tener nuevas cicatrices.

Algunas cosas no desaparecen nunca, ni tampoco el dolor que causa el recordarlas. Pero es necesario no olvidar para poder seguir adelante con conciencia y consciencia, hasta que el peso de los años nos permita beber, al fin, de las aguas del Leteo, y enviar al olvido todo lo que nos causó dolor.

Hasta entonces, soy quien soy por lo que he sido, y sé qué he hecho para convertirme en Yo. Y no lo olvidaré nunca. Quedará escrito en las crónicas de los años pasados y de los hechos por venir, junto con los castigos y penas merecidas. Pero eso es otra historia...

viernes, 14 de enero de 2011

Manía 1



Tener los folios siempre ordenaditos, en los que ninguna esquina se separa del resto. Sobre todo, para escribir.

Y para copiar apuntes...

domingo, 9 de enero de 2011

Real como la vida misma. Hijos de puta.

"El Humanismo renacentista tenía un objetivo claramente pragmático, que era el de proporcionar un marco para el desarrollo profesional y especialmente el de formar hombres para el gobierno, aunque el no acceder a puestos donde ejercerlo fue la tónica general creó lo que más adelante se entendería como la "frustración del intelectual". Los studia humanitatis proporcionaban, por tanto, un margen de libertad, la que consigue el que domina las artes liberales, junto a la conciencia del que se siente persona más civilizada y también una cierta prepotencia derivada de la habilidad lignüística y retórica necesarias para desempeñar con éxito sus competencias".*


*A. Rallo Gruss, Humanismo y Renacimiento en la literatura española, Madrid, Síntesis, 2007.