martes, 30 de noviembre de 2010

Pero qué moñas que soy ^^

Hay por ahí una teoría que mantiene, muy inteligentemente, que la estupidez de las mujeres crece exponencialmente en proporción directa con respecto a la cercanía a un animal. Y esto, además, se incrementa cuanto menor es el mencionado animalito.

A pesar de que hace mucho tiempo dije que no soy una mujer d
el todo, algo debo de compartir con ellas, puesto que yo también me vuelvo idiota cuando tengo cerca un animalito. Y he de añadir que mi madre sufre la misma enfermedad, que en mi casa se está convirtiendo en epidemia.

Pero claro...


La culpa de todo la tiene esta bestia salvaje (!!)




Apenas lleva aquí tres semanas
y ya se ha convertido en el centro de nuestras vidas,
de las de todos :D




Pero es que es indudablemente adorable ^^



¡Bienvenido a la Familia!


martes, 23 de noviembre de 2010

De amicitia

Hace ya bastante tiempo que quería escribir sobre esto, pero nunca encontraba el momento ni la ocasión adecuada. Había pensado ya varios comienzos épicos y altisonantes: "Este es un día especial. Ayer podría haber sido también especial. Mañana podría ser especial, pero lo es hoy. Y ahora estoy creando algo especial". Pero me repetía tanto que me daban arcadas de leerme.

Y luego recordaba que tenía que plantear diez preguntas sobre transmisión (textual, no sexual), y que la fecha límite, el 25 de noviembre, era tres días después. Yo y mis queridos amigos los plazos... Y después tenía que leer sobre un fallido intento de golpe de estado. Y sobre una condena a muerte. Y subir mi ELO, y mejorar mi manejo de la niña satánica y de Tibbers, y claro, al final terminaba olvidando las cosas importantes. Quiero decir, al final terminaba no hablando de las cosas importantes, dejándolas macerar en mi cabeza.

Pero a veces pasan cosas que nos hacen reflexionar. A veces, un número en un contador, un 0 en visitas, un teléfono apagado, dan pie a pensamientos profundos, a que se expongan cosas que existían ya, pero que permanecían ocultas. Tacebat, sed nunc patet...

Hace muchos, muchos años, unos señores muy ilustres y brillantes hablaron de lo mismo de lo que hoy intento balbucear yo. No pretendo, ni deseo, compararme con ellos, pues además de sus virtudes, tuvieron sus defectos. Y yo no puedo competir con ellos en sus lenguas madre. Sin embargo, sí puedo alabar lo que de sus palabras cumplen quienes me rodean.

A veces, el destino juega su particular partida de forma inescrutable, y nadie puede prever lo que ha de ser y será. Tan solo se nos permite sufrir sus consecuencias, y sonreírle mientras él mueve una pieza más. Sin embargo, a veces, un sendero de escarpadas piedras que llaga nuestra piel nos conduce a un edén inesperado.

Tengo que agradecer la parquedad de palabras, el desprecio a la plebe, el arte en esencia, el Imperio Que Será El Segundo Después Del Mío, el bah, y el Despellejamiento Gratuito.

A veces una imagen vale más que mil palabras. Pero a falta de imagen, voy a decir unas palabrejas.

Libélula. Conspiración. Fuego y Destrucción. Concilio. Tortilla. Desvarío multiconversacional.

Y con esto me despido, tan solo tengo que añadir:

¡Seguid la tradición! ¡Linchad al alcalde! ¡Y que muera esa niña cabrona!

Gracias por ser como sois y seguir donde estáis. No os mováis nunca. :)

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Inteligencia emocional

Dicen los que saben de estas cosas, esos que se dicen psicólogos, que la inteligencia emocional es el producto de la suma de la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal.

Según H. Gardner, todos los seres humanos tenemos, al menos, siete tipos diferentes de inteligencias. Y entre ellas están estas dos, que forman la inteligencia emocional. La intrapersonal es aquella inteligencia según la cual cada uno se conoce a sí mismo, es consciente de sus emociones, sus intensidades, sus limitaciones, sus excesos, sus gestos, etc.

La interpersonal es exactamente lo mismo, pero hacia el resto. Es decir, es la inteligencia que permite reconocer los gestos de los demás, sus emociones, lo que transmiten sus expresiones, la capacidad de empatizar, de tratar con ellos, etc.

El caso es que todo eso por separado y tal suena muy bien, suena muy factible, muy diferenciable y muy aplicable. Todos nos sentimos identificados y nos reímos cuando Sheldon no capta el sarcasmo, la ironía, o las múltiples sutilezas emocionales de sus compañeros. Sin embargo, cuando nos llega la ocasión de ponerlo en práctica, la ocasión de vivir de verdad, esto no es tan sencillo.

Todo este barullo venía a cuento de una breve clase sobre superdotación, en la que tratábamos las posibles disincronías que pueden darse en torno a ellos, entre, por ejemplo, padres e hijos, profesores y alumnos, o incluso alumnos y compañeros. Y estas cuestiones de superdotación me han llevado a pensar en otro personaje de ficción que posiblemente sea superdotado: Dexter.

En este personaje se unen una perfecta inteligencia intrapersonal, y una perfecta, y a la vez modelada, inteligencia interpersonal. No contaré aquí toda su historia personal, tan solo me limitaré a decir que su sensibilidad emocional es nula. Y por tanto, las relaciones humanas son su grandísimo punto débil. La suerte que él tuvo fue la presencia de un maestro en su vida que le guiara, que le enseñara qué significaba lo que la gente expresaba, qué era lo que la gente esperaba de él, cómo debía comportarse, etc. Y así, su inteligencia emocional quedaba equilibrada entre la intrapersonal y la interpersonal recreada.

Sin embargo, algo no me termina de encajar bien. Y me sigo preguntando. ¿Puede la ficción convertirse en realidad? ¿Puede uno engañarse, o autoeducarse, con algo hasta el punto de que se convierta en realidad?

Y lo más importante de todo, ¿es eso bueno?