cuando en silencio el odio mis pasos guía,
dejo que me apague el mediodía,
sin saber si te has ido o si me esperas.
Y me da igual si me dicen o me cuentan,
si se callan, me insultan o doy pena.
Sé que soy algo distinto y diferente,
veo el control, absoluto, de mi mente.
Hay días en que lo mejor es no pensar, actuar por inercia. En que lo mejor es decirse a uno mismo, y en silencio, que todo sirve, todo vale, todo tiene un objetivo. Que el karma, el destino, dios o Buda, ajustarán cuentas algún día, aunque la costumbre haya limado asperezas, y la educación sellado nuestros labios con Buenosdías, Salud, y mierda.
Nos hundimos todos en la hipocresía de los culpables, cómplices de esos cínicos con suerte, que dedicaron su presente a joder el futuro a otros. Y nos rebozamos en nuestros propios desperdicios. Como dice alguien a quien he citado ya dos veces,
At contra nobis caenum taeterrima cum sit
"Y al contrario, el cieno, que para nosotros es la más asquerosa inmundicia,
Y aún así, nos vemos obligados a privarles de su mayor placer, metiéndonos hasta el cuello en tal lugar.
Y aún así sonreiremos como idiotas, y daremos hasta las gracias, cuando aquellos imb, congéneres nos miren desde arriba, olisqueando (y envidiando) el fango en que nadamos.
2 comentarios:
Me voy a comentar yo, que para una entrada que me gusta, va y nadie le hace caso...de verdad... Qué mal me sienta estar de exámenes...
La inercia no mola, y eso de rebozarse con despercios es una guarrada.
He dicho.
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