viernes, 1 de mayo de 2009

Estranged


A veces el corazón nos juega malas pasadas.

A veces el corazón no sabe exactamente dónde está, ni cómo se siente.

¿Y debe entonces contestar, reflexionar si está bien, si está mal, o si simplemente no está?

Hay días en que uno puede plantearse por qué estamos aquí, qué ha hecho para llegar a la situación actual.

La mayoría de esos días no se encuentra una respuesta.

Hace tiempo ya admití que mi vida no tenía timonel que la guiase; que yo era más un mero observador que un personaje activo en ella. (Creo que) Debido a esto hay muchas cosas que hoy no entiendo. No sé cuál es la razón de vivir en una burbuja. No sé cuál es el motivo de haber pasado a engrosar las filas de Los Otros. No sé si quiero saberlo.

Por supuesto, no seré cínica, sé cuáles son (al menos parte) las causas que provocaron esto. Y en mi balanza actual tengo dos partes. Dos dudas. Dos preguntas. ¿Habría renunciado a mi libertad, mis sentimientos, habría atado mi corazón a un árbol muerto, solo por mantener un statu quo que ya entonces olía a podrido? ¿Cambiaría mi yo actual, este sentimiento de plenitud y felicidad, por tener una efímera seguridad (puede que) financiera?

Sin ser cínica, que no me gusta, la respuesta está clara. De ninguna manera me habría dejado consumir. Y ni por todo el oro del mundo dejaría escapar mi yo actual.

¿Por qué entonces no puedo dejar de preguntarme Y si...? La metahistoria siempre ha sido lo mío, qué habría pasado si hubieran sido los cartagineses los que hubieran ganado la guerra, cómo seríamos a hora si hubiera sido Al - Andalus quien se extendiera, y no el seco Reino de Castilla?

Entonces te das cuenta. Las dudas que tienes, en efecto, no son de la situación presente, sino un mero reflejo del pasado, la absurda reflexión del yo perdido, palabras que se lleva el viento.

Y como todas las cosas importantes, te das cuenta porque al verlo tu corazón tiembla, sonríes, y sabes cuál es el sabor de las lágrimas de felicidad.


El placer, a menudo, también
duele...

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