domingo, 11 de enero de 2009

Cuando la realidad supera a la ficción... (4 de Noviembre de 2008)

Últimamente hablo mucho sobre salud y bienestar, ya sea sobre la (falta de la) mía, o sobre la de otros, como voy a hacer hoy. Y es que hay veces en que la realidad supera a la ficción. ¿No os habéis preguntado nunca si alguien es tan tonto como aparenta? Pues sí, parece que es posible. ¡Y más aun!

Eso sí, apartad ahora de vuestras mentes sustancias tóxicas variadas que puedan propiciar (o acentuar) la estupidez humana. Os hablo de la profunda subnormalidad natural con que nacen algunos... no sé, pensaba decir humanos, pero digamos especímenes.

Porque está claro que tan tontos no pueden ser. Hay ciertas cuestiones que, hasta los perros, si se les enseña, aprenden. A saber:

Situación: perro muerde zapatilla;
Solución: amo pega perro y aleja zapatilla;
Resultado A: perro aprende y no muerde más zapatilla.
Resultado B ( en que el perro es un ejemplar más estúpido de lo normal): perro vuelve a morder zapatilla. Ver de nuevo la solución y repetir hasta que el perro aprenda.

Sin embargo, y como ya he dicho, en ocasiones el animal no responde a los estímulos del amo. En ese caso, cuando la situación se vuelve extrema, lo mejor es tomar medidas drásticas. No quiero que se me tome de extremista, nada más lejos de mi forma de pensar; pero si el susodicho reincide en el problema, siendo este de naturaleza más peligrosa, no queda - lamentablemente- más remedio que la solución más arriba mencionada: la aniquilación.

Este caso puede tomarse, también por extensión, al género humano (teniendo en cuenta las dudas ya mencionadas sobre la consideración "humana" de estos ejemplares). Llega un momento en la vida humana en que, dadas las circunstancias, se comienzan a perder físicamente las formas que diferencian a un ser como "niño o infante", para pasar a ser considerado un "adolescente". En teoría, y en paralelo a esta transformación, el intelecto del individuo debería también desarrollarse, o comenzar al menos su desarrollo.

He ahí el problema. En muchos, por no decir la mayoría, de los casos, este desarrollo intelectual no tiene lugar, quedando el ejemplar de homínido en un estadio intermedio entre la más absurda niñez y una supuesta adolescencia en que se permiten ciertos comportamientos, y hay que soportar ciertos otros. Por desgracia, las medidas en estos casos deben limitarse a la contemplación y estudio de los sujetos, dado que la solución arriba mencionada no es viable con el género humano (sin contar las nimiedades que se desprenden de la no consideración dentro de la raza humana de estos ejemplares).

Teniendo esto en cuenta, así como las experiencias de campo que, por asuntos de confidencialidad, no pueden ser (todavía) reveladas, habremos de concluir con una solución pacífica y paciente hasta que la legislación sufra un cambio radical, o hasta que nuestra discusión sobre cómo ocultar un cadáver llegue a algún acuerdo favorable. Hasta entonces, mantendremos la teoría de que ciertos individuos, en teoría pertenecientes a nuestra malhadada raza, son profundamente subnormales, sufren de un retraso considerable en su madurez y su capacidad de síntesis y comprensión, y la hipótesis de que, en efecto, pudieran ser parte de ese eslabón perdido que suponen algunos de los estudiosos anteriores.

Atentamente,

Centro de Estudios Antropológicos Boyer - Vip, S.L., patrocinado por la Naziocracia.


*Extracto del space, a 4 de Noviembre de 2008

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