lunes, 14 de marzo de 2011

Los amigos son.

Ya hace muchos, muchos años, un señor muy emperifollado y de lenguaje grandilocuente habló sobre la amistad y dijo cosas tan importantes que no me atrevo siquiera a parafrasearlas.

Esto demuestra que la reflexión sobre la amistad no viene de ayer. Es una preocupación humana que se remonta a nuestros más lejanos antepasados, puesto que implica un vínculo físico, psicológico y emocional, que en su momento aseguró la supervivencia real, y que hoy sirve de guía en los momentos difíciles.

Hay muchos tipos de amigos. Algunos son como los teléfonos: tienen doble entrada, hablan y escuchan, pero pueden ser también de dos tipos diferentes. Puede ser un teléfono fijo, que siempre está cerca de ti, y que además alterna con la presencia directa directísima.

Pero también puede ser un teléfono móvil. Este puedes llevarlo contigo aunque esté apagado. No necesitas estar todo el rato con él de la mano, pero sabes que, si llamas, va a estar ahí. Puede que alguna vez esté fuera de cobertura, pero te enviará un mensaje corto, o te devolverá la llamada. Estos son buenos amigos, aquellos que no necesitan tenerte en persona para ayudarte y ser por ti ayudados.

Otros amigos son como el telefonillo del portal. Nunca los ves, y ellos no te hablan desde arriba, pero sabes que, cada vez que llamas, te van a responder siempre que estén en casa, e incluso te invitarán a subir. Para estos amigos el contacto no es tan importante. Da igual que estés lejos, que haga ya meses que no habléis. En cuanto llames, responderán como siempre. Y el apoyo mutuo estará asegurado.

Otros amigos son como la radio. Ellos hablan, hablan, hablan, y no te dejan intervenir. Además, a veces tienen interferencias, o no estás en su onda, por lo que da igual lo que tú hagas: ellos seguirán a su rollo sin ti.

También están los amigos CD rallado. Tienen una melodía que, en principio, te gusta, te encanta. Pero llega un momento en que se ralla y suena siempre a lo mismo. Entonces, te empeñas en escuchar ese CD una y otra vez, pero te cansas de escuchar una música ya conocida y, además, deteriorada por el uso.

Lo que es una pena es que los amigos en formato digital, los de la infancia, normalmente ya no se conservan. A veces hacemos un esfuerzo ingente para que no se pierdan, buscamos el modo de adaptarlos a nuestra realidad actual, o incluso los pasamos a otros formatos. Pero no siempre funciona.

A veces, también, sucede que las tarifas de llamada a algunos amigos es demasiado cara. Puedes permitirte llamarlos una vez, dos, pero cuando te das cuenta de que les da igual (o eso te hacen ver), con todo el dolor de tu corazón dejas de llamar y procuras ahorrar para el resto de tus amigos que te demuestren interés por tus problemas.

Esta no es una clasificación rígida e inamovible, al contrario. Un buen amigo puede pasar, perfectamente, de ser teléfono o telefonillo a ser un vulgar CD rallado, o una radio que te ignora y a quien le da igual lo que tu pienses o sientas.

Es la gran desgracia y penuria de la humanidad. El alma mezquina del ser humano se cansa pronto de sus teléfonos, y se deshace de ellos como vulgares aparatos que ya no valen de nada. Es lícito hacerlo, por supuesto, lo mismo que ser cada vez un tipo distinto de aparato digital. Lo que no se puede esperar es que, si tú eres una radio, los demás sean para ti un teléfono.

Pues sí, una verdadera lástima...

4 comentarios:

rut dijo...

estás que lo tiras.

d.

Ojo de gato dijo...

Como cantaban en su día en El Rey León, es el Ciclo de la Vida.

A veces que no queda más remedio que despedirse de un teléfono con un Hakuna Matata.

PD: Me ha gustado mucho la entrada ^^

Hinageshi dijo...

AU!

Menelmakar dijo...

Y ahora que la gente cambia de teléfono cada mes por las ofertas más.