sábado, 19 de diciembre de 2009

April March, La tienda del bajo

Una larguísima pierna torneada, enfundada en unas medias blancas, balanceaba un zapato color rosa chicle sobre unos azulejos negros. Del borde de aquella silla roja, que promocionaba una conocida marca de helados, colgaban unos lazos de seda rosa de su vestido. Por entre la tela que se movía al compás de su pierna se podía ver el encaje de una liga, y el pequeño lazo rosa que la sujetaba al corpiño de satén.

Los rizos rubios se movían en el respaldo de la silla, donde ella apoyaba su cabeza de un modo que habría parecido inverosímil, si no la hubieran visto en tal momento. Con los ojos cerrados, movía cabeza y pie al compás de la música.

Y el sonido salía rasgado, viejo como el reproductor que había en la sala. Cuadrado, negro, era una de las pocas reliquias musicales de los noventa que habían sobrevivido al cambio de milenio. Ese reproductor, y los altos zapatos de plataforma que calzaba la chica. Un leve toque de color en sus mejillas intentaba rebajar su edad en al menos cinco años, aunque las arrugas de sus ojos revelaban los más de cuarenta que llevaba a sus espaldas, y los más que incontables que habían pasado por el catre de la trastienda.

El molesto tun tun tún hizo que resoplase y abriese los ojos. Alargó la mano sin levantarse, y con el palo de la escoba golpeó el techo.

- ¡¡Malditos bastardos, bajad esa música antes de que os mate a bastonazos!!

Dejó sin cuidarse la escoba sobre la pared, y subió el volumen del reproductor. De cualquier modo, si alguien abriese la cochambrosa tienda de la puerta, el frío le haría despertar.

Hang up the chick habit, hang it up, daddy...

2 comentarios:

Hinageshi dijo...

Me gusta la canción. Me gustan tus palabras.

:)

Morgana Majere dijo...

:) gracias!