domingo, 12 de abril de 2009

El perdón

¿Cuántas veces pedimos perdón, aun sabiendo que en realidad no lo sentimos?

¿Cuántas veces concedemos el perdón, aun siendo conscientes de que no estamos perdonando?

Sabemos, lo tenemos bien claro, que nadie en esta vida dice la verdad. Todo el mundo miente, como decía una amiga, hasta en cosas en las que no debería. Nadie debería mentir al decir "te quiero" ni al decir "lo siento".

Pero, como siempre, una cosa es la utópica teoría, y otra la práctica.

Por eso me cuesta tanto pedir perdón, y solo lo hago cuando lo siento de verdad. Antes he de admitir que sí pedía perdón en más situaciones, ya no tanto para evitar problemas o para quedar bien, como para evitar un gran disgusto a la otra persona, o para evitar tensiones. Lo hacía incluso cuando sabía que yo no tenía la culpa, que la razón era mía.

Pero ahora ya no. He cambiado, como todo y todos, me he hecho mayor, veo la vida de diferente manera, y creo que no se debe pedir perdón cuando no se siente, o cuando se cree que no debe hacerse. Sí he tenido situaciones en las que se esperaba que fuera yo quien pidiera perdón, cosa que NO he hecho, porque no tengo la culpa. Y porque no lo siento. Yo no puedo prometer a alguien que le perdono, cuando no puedo ni podré olvidar las afrentas, el daño que me ha hecho. Y por tanto, no puedo perdonarle.

Es tan absurdo decirlo como afirmar que mañana el sol saldrá por el oeste. Aún así, siempre hay un mínimo de posibilidad de que suceda, como todo en esta vida. Pero es poco probable.

La solución a la que ha llegado mi cuerpo, mi mente, mi corazón, sin consultarlo conmigo (en realidad es con mucho más inteligente que yo), es a simplemente explicar las cosas cuando no creo que deba pedir perdón. Es muy injusto, mucho, que alguien achaque a tu persona cosas que ha hecho él (o ella, esta lengua...) mismo. Pero más injusto aún, en mi opinión, es pedir perdón sin sentirlo de veras.

Y su concesión... Hace tiempo que nadie me pide perdón por algo grave. Algo parecido a una disculpa lo tuve recientemente, absurdo también, teniendo en cuenta que en el último mes había hecho lo posible y lo imposible para no merecerla nunca jamás. Y no pude concederlo.

Una vez oí que solo en las manos de Dios está el perdón. Tal vez sea cierto, y por eso cuando no se merece no somos, no deberíamos, ser capaces de darlo; o tal vez seamos todos un poquito Dios cuando de verdad perdonamos a quienes lo merecen.

Aunque bien es cierto que el perdón implica siempre una voluntad de cambio. Y eso sí, es imperdonable...

4 comentarios:

El Nerf dijo...

ahora me esta tocando a mi esto del perdon... es complicadamente soportable...
siempre fui distante , ahora menos, pero me lleva hacia el pasado..
saludos de luz... la poca que tengo para dar :)

f.m.

Lucia dijo...

Para pensar, realmente para pensar,. y mucho má si te ves dentro de una de estas situaciones en las que las palabras hace tiempo que dejaron de ser palabras para convertirse en algo, que por inercia, sale de nuestra boca como autómatas. Yo estoy en espera de una respuesta, quizás de que me digan esas palabras que añoro escuchar, pero de manera sincera para tomar un rumbo u otro. Es una encrucijada, un pozo sin fondo, una balanza que no sabe para donde inclinarse. Pero a la tercera siempre va la vencida.

Morgana Majere dijo...

A la tercera o a la que haga falta. O si no, ya hacemos que venga la vencida! :D

Lucia dijo...

con un buen baño de napalm. El fuego purifica todo xD