martes, 22 de febrero de 2011

Ley Sinde. El porqué.

Cuando yo tenía 15 años, vine a vivir a esta ciudad. Y creo recordar que ya entonces veía poco la tele. Cuando estaba en casa, por las tardes, hacía los deberes y hablaba por teléfono con mi vecina, y recuerdo que, algunas noches, veía series como Aquí no hay quien viva, porque el resto empezaba a ser una mierda.

Cuando era pequeña, series como Médico de familia conseguían reunirnos a todos en el salón. O Compañeros, que a todas en el colegio nos gustaba. Cosas como Al salir de clase nunca llegaron a engancharme, todo lo demás que veía eran dibujos animados, cuando todavía eran buenos: Dragon Ball, Oliver y Benji, Gargoils, La Banda del Patio, Pepper Ann, y finalmente Pokemon. Creo que la última serie que llegué a ver, cuando mi hermana era pequeña, fue Digimon.

Sin embargo, poco después, Internet evolucionó y se dejó de pagar por minutos conectado. Esto supuso la gran revolución, y dejé definitivamente de ver la tele, porque las series españolas habían terminado por convertirse en un gran truñaco.

Por aquel entonces, mi ordenador era una patata y me permitía solamente hablar por el Messenger con mis amigos, porque si abría dos conversaciones y un explorer, petaba. No existía el tuenti, no existía el Facebook, y a lo máximo que llegábamos, en casa de mi vecina, era a jugar en Minijuegos a cualquier pijadilla.

Cuando yo tenía dieciocho años, y llevaba (umm... joder, qué vejez...) algo más de diez años aprendiendo inglés, me fui un mes a Inglaterra. Yo pensaba que tenía buen nivel; había aprobado That's English, y me sabía chachiguaymente la gramática. Y el primer día, la primera actividad del colegio, una encuesta a la gente, fue crucial. La primera señora a la que pregunté me soltó tan ancha: You are here to learn English, aren't you? (o algo así).

La cara que se me debió quedar tuvo que ser de cuadro. Pero eso me hizo darme cuenta de que yo, que era de las más mejores que conocía en inglés, estaba así, cómo no estaría el resto. Dichosos los que viven con un buen sistema educativo, porque ellos aprenderán de verdad.

En cualquier caso, no sería hasta mucho más tarde que conocí Seriesyonkis. Estando en tercero de carrera, yo mantenía AÚN el ordenador primero que habíamos comprado en casa. Mi patatita, como cariñosamente lo llamaba, funcionaba apenas, pero me hacía un buen servicio. Eso, sumado a que la conexión en mi casa iba a pedales, impedía que pudiera acceder al mundo de las descargas, por lo que las películas me las prestaban. O incluso iba al videoclub.

Pero ese año el ordenador murió, y en verano me regalaron un portatil para poder llevar a la universidad, con el que trabajar mucho mejor. Las descargas iban igual de lentas, pero pude comenzar a engancharme a series gracias a la conexión de mi queridísimo, que tenía sopotocientos gigas. Entre eso y lo que comerciaba con mis amigos, pude ver por fin Dexter, Merlín, Cómo conocí a vuestra Madre, y muchas otras series que en España estaban aún muy lejos de echar.

Ahora todos las conocéis y decís: ah, sí, claro, me encantan, blablabla. Pero entonces era imposible verlas dobladas. O sin doblar. Mientras aquí se dedicaban a ver Física o Química, el Internado, o aberraciones por el estilo para pseudoadolescentes a los que se dan malos modelos de conducta (y no lo digo yo, lo dicen los expertos: Perales Albert, Alejandro (2009), ¿Qué menores ven los menores en Televisión?, Defensor del Menor, Madrid), en EEUU sacaban series como House, Anatomía de Grey, o las que me gustaban a mí: Dexter, CSI, etc.

En realidad, son series también, pero el hecho de que en España ignoraran el mercado internacional obligaba a verlas en un inglés dudosamente subtitulado por fans como nosotros, lo cual, sin darnos cuenta, ha colaborado muchísimo al aprendizaje de la lengua. Es difícil al principio, pues el acento, el tipo de léxico, las construcciones, muchas veces el lenguaje demasiado técnico, nos crean problemas para entenderlo todo. Pero con la ayuda de los subtítulos ibas haciéndote a la serie y los personajes.

Por ejemplo, Deborah Morgan tiene un inglés endiablado, así como Joseph Quinn, ambos de la serie Dexter. Pero tras varias temporadas viéndolo en inglés, ahora los entiendo casi perfectamente.

Un efecto secundario de ver las series en versión original, además, es que eso te imposibilita volver a ver esa serie doblada. Recuerdo con horror ver la segunda temporada de Dexter en español, después de haberla visto en inglés. Siempre es un poco shock al principio, porque la voz no te encaja, no te termina de gustar, pero al cabo de dos o tres capítulos eres incapaz de oírlos con su voz doblada. Imposible, en serio.

Hoy puedo decir que mi inglés ha mejorado bastante gracias a las muchísimas series que veo en versión original subtitulada. Incluso me he lanzado a ver algún capítulo sin subtítulos, y se entendía. Hay una cosa importante que nos empuja a esforzarnos a entender el inglés, y es las ganas exorbitadas de seguir viendo esa serie que te vuelve loco. Y a mí eso no me ha pasado nunca en España.

Por eso estoy en contra de la Ley Sinde. Entiendo perfectamente las exigencias de los derechos de autor de algunas personas, ahora que la música, el cine, está a un clic de distancia. Pero también entiendo que la demanda del público es algo que se debería tener en cuenta. Si seriesyonkis tiene tantísimo éxito, estoy segura de que no es porque nos bajemos todos como locos El Internado, o Física y Química, u otras series españolas. Y eso lo subraya el hecho de que entre sus series más descargadas están las de habla inglesa.

En un país donde la cultura fomentada es la de un subgrupo, de una calidad dudosa, y que no termina de convencer a muchos, tendrían que plantearse buscar alternativas buenas para todos. No quiero caer otra vez en el tópico de meterme con Alejandro Sanz por pedir más dinero con la de millones que tiene; algún día yo también publicaré mi trabajo, y me gustaría poder vivir de ello, aunque sé que es imposible. Solo se fomenta la pseudocultura, no la de verdad.

Pero lo que más me duele, si algún día se cierra del todo el grifo de las series online, es que aquí, en España, desaparecerán obras de arte como han sido Perdidos o Roma, solo porque la economía pesó más que la cultura en la balanza del Gobierno.

El sistema escolar ha fallado; la televisión española flaquea cada día más; nos aferramos a formatos televisivos pasados de moda (véase lo ocurrido poco ha con Operación Triunfo, que ya llevamos 12 años haciendo lo mismo), y no nos damos cuenta de que hemos perdido la cultura. Pero, como siempre, los que sufriremos seremos los que la habíamos encontrado, aunque sea en un portal de descargas que nos permite acceder a unos contenidos que en nuestro país se desprecian.

Economía, nunca dejarás de atentar contra la Cultura...

6 comentarios:

Ojo de gato dijo...

Olé, olé y olé

PD: Pepper Ann, Pepper Ann, en su cole no hay rival. Pepper Ann, nadie puede con ella!

Morgana Majere dijo...

No te cogerán Pepper Ann (8)

:D

Menelmakar dijo...

No es sólo cuestión de economía, sino de pagar favores prestados en campaña electoral.

Si hay algo que hace más daño a la cultura que la economía, eso es la política.

Morgana Majere dijo...

Pablo, la política no es otra cosa que economía ;)

Menelmakar dijo...

A eso me refiero, la política es economía, en vez de lo que debería ser. Si mal no recuerdo era algo relacionado con gobernar ciudades...

Morgana Majere dijo...

¿Seguro? Yo pensé que tenía más que ver con meter la mano en el saco de la Hacienda Pública y guardártelo en el bolsillo... Qué equivocada estaba!