domingo, 21 de marzo de 2010

"El profesor perfecto echará con mayor seguridad los fundamentos de su arte y lo que el niño vaya aprendiendo no deberá reformarlo ya nunca; y en segundo lugar el profesor cabal, que domina todos los problemas de la disciplina, debe hablar con las palabras más claras, más sencillas, más expresivas y más acomodadas a la situación del alumno, porque sabe plegarse a la condición en que se encuentra el joven que llega a su clase. Por el contrario, el profesor mediocre, que comprende las cosas a medias, o que no tiene conocimiento cabal de todo el arte de la retórica, o carece de cualidades docentes, fácilmente ahuecará la voz, y empleará giros y expresiones que a la vez que aparentemente le dan prestigio, son los más sublimes disfraces de su ignorancia." (Sobre la conveniencia de enviar a un alumno a un profesor de alto nivel, o dejar que vaya avanzando de los más mediocres a los más excelsos).

Ya voy preparando mi odio y mi desprecio, ya voy llenando vasijas de lágrimas, para que mis ojos estén secos, cuando todo haya acabado.

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