miércoles, 19 de diciembre de 2012

En la oscuridad de la noche lanzan las golondrinas su canto postrer. Agonizan mientras sus alas bailan al compás de un ritmo invisible, la melodía de un violín silencioso que soporta en alto un hombre ciego. Homero, no recites pasajes de obras pasadas en lenguas marchitas. El tiempo se acaba ya, el mundo se agosta. A nadie le importarán ya las lágrimas de Andrómaca o el sollozo inconsolable de su hijo huérfano. De nada servirán las noches insomnes de Penélope ni sus manos callosas por el telar. 

Caen las estrellas como petalos sin vida, se apaga la luna y se esconde el sol, y la noche eterna nos envuelve en su frío abrazo. El Hades abre sus puertas y nos da la bienvenida a la última morada. Por fin ha llegado el invierno.


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