"—No necesito más que una rosa roja —gritó el
ruiseñor—, una sola rosa roja. ¿No hay ningún medio para que yo la consiga?
—Hay un medio —respondió el rosal—, pero es tan
terrible que no me atrevo a decírtelo.
—Dímelo —contestó el ruiseñor—. No soy miedoso.
—Si necesitas una rosa roja —dijo el rosal—, tienes
que hacerla con notas de música al claro de luna y teñirla con sangre de tu
propio corazón. Cantarás para mí con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para
mí durante toda la noche y las espinas te atravesarán el corazón: la sangre de
tu vida correrá por mis venas y se convertirá en sangre mía.
—La muerte es un buen precio por una rosa roja
—replicó el ruiseñor—, y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el
bosque reverdecido y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de
perlas. Suave es el aroma de los nobles espinos. Dulces son las campanillas que
se esconden en el valle y los brezos que cubren la colina. Sin embargo, el amor
es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un
hombre?".