A veces soy demasiado impulsiva. Medito las cosas, pero solo lo suficiente como para tomar una decisión al respecto. Y las tomo rápido. Y a partir de entonces, las defiendo con mi vida.
El problema llega cuando, a veces, son decisiones erróneas. Entonces, la pasión y fuerza con que he reivindicado mis opiniones me pasa factura, y la gente me echa repetidamente en cara que me he equivocado.
Está bien. Estaba equivocada. No tendría que haberlo afirmado con tanta seguridad.
Lo demás y lo que pienso, me lo callo.
El problema llega cuando, a veces, son decisiones erróneas. Entonces, la pasión y fuerza con que he reivindicado mis opiniones me pasa factura, y la gente me echa repetidamente en cara que me he equivocado.
Está bien. Estaba equivocada. No tendría que haberlo afirmado con tanta seguridad.
Lo demás y lo que pienso, me lo callo.